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CV Opinión cintillo

Carlos Alsina: tres minutos de denuncia, trece años de amnesia

19 de julio de 2025 23:31 h

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Dentro de lo que cabe, lo de Montoro tampoco le ha venido tan mal al PP. A Ayuso, por ejemplo, le ha permitido esquivar dos balas. Por un lado, su estancia en un chaletón a cuenta del contribuyente —ella no paga por un alojamiento por principios—ha pasado casi desapercibida. Por otro, lo del exministro también ha dejado en segundo plano que a su novio —el ciudadano anónimo chorizo confeso y, en breve, seguramente condenado— le piden tres años y nueve meses de cárcel por fraude fiscal. Aunque eso le permitirá prolongar su afición compartida a no pagar alojamiento, será el fin de una huida hacia adelante en la que ha contado con el apoyo entusiasta de la mitad de los periodistas puertas adentro de la M-30.

Por culpa de Montoro se ha hablado poco, también, del rejón que le metió el Tribunal Supremo al juez Peinado en su intento de imputar al ministro de Justicia Félix Bolaños. O cómo las pocas ganas de trabajar del togado han dejado en agua de borrajas la investigación de la presunta malversación del gerente de los autobuses madrileños. Y, por si fuera poco, lo del exministro también le ha servido de pantalla a Feijóo en la polémica de Torre Pachecho. Como buen gallego, no acababa de aclarar si cómo va a ser él racista, si tiene amigos negros; o cómo va a ser él negro, si tiene amigos nazis.

Lo de Montoro apenas lleva unos días coleando y la cantidad de datos que va apareciendo es nivel sunami. Se ha escrito tanto y en tan poco tiempo que es difícil llegar a todo. Básicamente, formó una UTE de la corrupción para vender leyes al mejor postor y garantizar que ciertas empresas pagaran menos impuestos (hasta un 85%) durante la mayor crisis económica de la historia reciente. Muy democrático eso de que nos robaran a todos por igual, también es cierto. Además, para evitarse problemas, se dedicaban mafiosamente a acosar a todo aquel que osase ponerse en medio. Lo mismo a un periodista que a Esperanza Aguirre (o eso dice ella, que tampoco es la fuente más fiable).

Y en río revuelto, ganancia de comunicadores. Entre los que ha aprovechado para contar la verdad, con 13 sospechosos años de retraso, es Carlos Alsina. Que haciendo entrevistas es el mejor periodista de España es difícil de negar —en ese lance, no tiene amigos, a todos les da por igual— pero pretender convertir a uno de los grandes palanganeros de Ayuso en el faro de la libertad de expresión patria es pasarse un pelín. Lo escucho todas las mañanas y no le pongo ni un pero a su labor de fiscalizador de la actividad del gobierno, pero cuando le toca a la oposición… pues no es tan duro. Ora roca, ora plastilina.

Con respecto a lo del ministro de Hacienda, el periodista contó una curiosa anécdota, que no dudo que sea cierta en lo mollar, pero edulcorada en general, como pasa con todo lo que fiamos a nuestra memoria. Por lo visto, siendo Montoro ministro de Rajoy, Alsina era el periodista que, desde La Brújula, más le incomodaba. Vamos a suspender la credulidad como si de una novela de ciencia ficción se tratara, y haremos que nos creemos que Onda Cero ha sido alguna vez el azote de un gobierno popular. Pues en ese contexto, Montoro le dijo al periodista que, o bajaba el pistón, o se atuviera a las consecuencias. A las buenas, había expectativas de negocio pero, le recordó el ministro de Hacienda, también tenía en su mano fijar el precio del IVA del libro electrónico. Por supuesto, y aquí viene lo increíble, Alsina se mantuvo fiel a su compromiso con la verdad. Sentido del humor no le falta.

Por mucho que se haya celebrado la filípica de Alsina, lo cierto es que apenas duró tres minutos y que, acto seguido, sacó el comodín del caso Koldo-Ábalos-Cerdán para dejar claro a sus oyentes en Génova 13 que la cosa no va contra ellos. El PP de Feijóo no tiene nada que ver con ese PP va a ser el hit de verano. Pero, lo más llamativo, es que no cuenta cómo acabó: ¿Rebajó el nivel de crítica o se arriesgó a que el grupo Planeta perdiera millones de euros por compromiso con su audiencia y sus principios? Lo segundo, sin pruebas, es sencillamente difícil de creer. Si lo hizo o no, en todo caso, fue una decisión empresarial y no suya, o se hubiera ido a la puta calle al día siguiente. Si quiere que nos tome por tontos, pero no por tan tontos. El sueldo de un megaestrella de la comunicación (en cualquier medio) se cobra por transferencia y se paga tragándose algún que otro sapo.

Pero vamos a los hechos que, por cierto, se inclinan más a favor del presentador que de mi opinión. En julio de 2010 (con Zapatero) el IVA del libro electrónico pasó del 16 al 18%; en septiembre de 2012, ya con Montoro como ministro de Hacienda, volvió a subir, esta vez al 21%. ¿Fue una represalia? Habría que saber cuándo tuvo lugar la amenaza, pero vamos a aceptar pulpo y suponer que sí, que Planeta aceptó el envite y que entendió que podía permitirse el lujo de pagar ese impuesto en un momento en el que el libro electrónico entonces no era más que el 4% del total y tampoco le iba a suponer la ruina.

Lo que ya no tengo tan claro es por qué Alsina ha tardado tanto en hablar. Cabe recordar otra cosa. Las supuestas amenazas que recibió siendo el referente de la independencia periodística en Occidente coinciden con el periodo de la llamada Policía Patriótica de la primera legislatura de Rajoy. Un tema en el que, por cierto, más de uno suelen pasar de puntillas. Si ponemos en una balanza el tiempo que le han dedicado a, por ejemplo, la inexistente filtración del fiscal general y el que les ha ocupado lo de la Policía Patriótica, la balanza se rompe. Le comprendo, yo también pago hipoteca.

En su discurso, Alsina lo dijo claro: “Que el ministro entendía el poder como una vía para premiar favores, beneficiar a los afines y castigar a los que no tragara, no hace falta, al menos por mi parte, que el juez se esfuerce en demostrármelo”. Pues ha tenido más de una década para contarlo. El caso es que mientras un ministro que habían puesto el BOE en Wallapop para mayor gloria de ciertas empresas, otro -presuntamente- había organizado un grupo parapolicial para, entre otras cosas, acabar con Podemos, entonces un partido en alza. Y, bonus track, el de Justicia (y del Opus) se ponía al servicio de Codere, la multinacional del juego. Todo durante la mayor crisis económica de España y una amnistía fiscal anulada por el Constitucional.

La suma total es, de muy lejos, lo peor que le ha pasado a la democracia desde el golpe de Estado. Pero Alsina ha tardado trece años en darse cuenta y solo por lo que le afecta. Curioso, tan poca capacidad de respuesta en alguien que lleva meses insistiendo en que España es la nueva Babilonia. Antes, no sé si claudicó ante Montoro o no, pero no se le veía tan preocupado. Pero ya se sabe, este PP no tiene nada que ver con ese PP del que usted me habla.

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