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OPINIÓN

Puro teatro

García Lorca, sonriente y actuando, aparece en imágenes inéditas de 1932.

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Una niña a la que quieres, quasi una dona, toma una decisión importante y lo hace de forma resuelta. Es la época de las bellas intenciones. Te recuerda a Franny Glass, de la novelita de Salinger. La adolescente ha descubierto la oración del corazón que recomienda el peregrino ruso: la musita dentro de sí, todo el tiempo. La novelita concluye: “sus labios empezaron a moverse, formando palabras en silencio, y continuaron moviéndose”. ¿Es que acaso ya no se puede, después de una cierta edad, vivir así? En Peter Pan, obra escrita con una inteligencia asombrosa, nos cuentan que las hadas, como Campanilla, son tan pequeñitas que solo tienen espacio para albergar una emoción a cada ocasión. Así, son totalmente malas o generosas o alegres… Pero nunca concurren sentimientos contradictorios en ellas. 

Sin embargo, los adultos del libro… Resulta tan simpático que el capitán Garfio estudiara en una escuela privada de renombre o que lo que más odiase de Peter Pan fuera su mala educación. Quién quisiera acabar siendo como el señor Darling, viendo solo la parte material del asunto. Él siempre preocupado por la opinión de los vecinos (qué iban a pensar de que tuvieran una niñera-perro) o calculando cuánto le iba a costar la dentición de los hijos. Mientras tanto, la señora Darling (que tenía un hermoso beso palpitando en la esquina derecha de la boca, un beso que nadie le podía quitar) le rogaba quedarse a los niños, no devolverlos. Ah, pero no estamos para tonterías literarias. Se contrae la clase media, dice un informe de Cáritas. Asientes con preocupación. Noelia Ramírez escribe sobre desclasamiento y tú sabes que es verdad. No se puede hacer bromas con esto. Ni ahora ni nunca.

Estás aprendiendo cosas serias, estás aprendiendo que es costumbre comunicar los fallos antes que las sentencias. Son usos judiciales que te sorprenden. Pero de algún modo tú eso ya lo sabías, lo has visto con tus ojos. Has condenado de forma precipitada, te han condenado sin escuchar a las partes. Hace poco te viste reivindicando con ardor la máxima de Sancho: no conoce nadie el alma de nadie. A boca llena. Cada vez que decías “alma” era como si la tuvieras y fuera gigante. Alma, alma, alma. Qué exagerados somos a veces en la expresión de nuestros afectos de odio y amor. Tal vez por eso necesitamos poner orden, tirar de voces divinas y de imperativos absolutamente categóricos.

Quizá ese es el motivo por el que te atraviesa este poema de María Negroni en que pide  “que se alce una nube / promulgando leyes / que nos libre / del qué de la belleza / alguna realidad / más íntima aún que lo real / debe haber / alguna profecía / en los alrededores / de la circunstancia”. Ah, la circunstancia. Yo soy yo y mi circuncisión, se burlaba Cabrera Infante en Tres tristes tigres. Pero nada de bromas, hemos dicho. Esto es muy serio. Aun así, vamos a reconocerlo, algo hermoso trajo la semana; te gustó mucho ver a Lorca sonriendo en la parte de atrás de esa camioneta de La Barraca, por unas carreteras que parecían las de Sirât. Bravo por el documentalista que ha recuperado esas imágenes. 

Que nadie nos libre del terrible qué de la belleza. Cuando eran pequeños, ¿ninguno de ustedes abría los periódicos que compraban los adultos por las páginas de “sucesos”?

Sin embargo, la alegría dura poco: lees que hay una raza de hormigas parásitas que consiguen que las hijas se coman a su madre, a la antigua reina. La invasora segrega una sustancia química sobre la reina del hormiguero y las pequeñas, confundidas, identifican a su madre como la invasora. La despedazan. La reina parásita no se mancha las patas. Que nadie nos libre del terrible qué de la belleza. Cuando eran pequeños, ¿ninguno de ustedes abría los periódicos que compraban los adultos por las páginas de “sucesos”? Te preguntas si no estamos todos unidos en esa pulsión de muerte (de vida) a Peter Pan, que exclama justo antes de ahogarse: “Morir sería una gran aventura”. O “una aventura insólita”, en otras traducciones. Oh, Peter, lo tuyo es puro teatro. Pero está bien así. 

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