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Querido Felipe uve palito

Patricia Canet

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Querido Felipe uve palito:

¿Qué tal? ¿Cómo va todo? Supongo que con las cervicales hechas polvo porque la corona debe pesar mucho, ¿verdad? Hace tiempo que quería escribirte, pero con el chiringuito que tenías montado, no quería molestar. Sólo tú puedes saber cuánto cansancio se arrastra tras un besamanos como el que distéis tú, Leti y las niñas la semana pasada. Nada que ver con las horas que se pasan los curritos en las colas de las oficinas del Inem a la espera también de un besamanos, pero éste a un trozo de papel que traiga al menos algunos meses de descanso. Pero nada, que me desvío del tema.

¿Qué tal anda todo por casa? Todos hablan de lo revuelta que marcha la Casa Real estos últimos días. Yo quisiera preguntarte por el estado real de tu casa. De una cosa puedes estar orgulloso y satisfecho, como tu padre. Cumples perfectamente el requisito indispensable para representar al español medio: tu familia es un puto desastre. Siento que tus padres vivan en un matrimonio que irradia la misma pasión que un par de pingüinos. Es lo que suele ocurrir con los matrimonios de conveniencia, que convienen a todo menos a quienes debe convenir. A tu madre se la ve bastante entera para llevar consigo las mayores astas del reino, pero tu padre ya está bastante cascado. Deberías dejarle el trono a veces, por aquello de la nostalgia, para que le cuente historias a sus nietos, como la del día que visitó un zoo donde había elefant... Espera, no, mejor no. Mejor que les cante algo mientras pasean cara al sol que con eso no encontrará problemas.

Y sobre tus hermanas, ¿qué me dices? Elena, pobre, debe estar exhausta por correr tras de un adolescente grande de España. Grande para los desatinos, digo. Pero la palma se la lleva Cris. No le ha caído encima un marrón, le ha caído la caja entera de colores Alpino. Sé que andaréis algo inquietos, pero tranquilo, desde aquí te transmito mi calma en una especie de bendición telequinética Sandro Rey (oh, qué feliz coincidencia) style. Puedes estar tranquilo, de verdad, porque todos sabemos que aunque ella y tu cuñado se hayan llevado algún color de la caja, siempre debido al purísimo amor que se profesan estos amantes que merecen el mismo calificativo que los de Teruel, ya te digo que sabemos que alguien tarde o temprano sacará la goma de borrar y ya está, borbón y cuenta (suiza) nueva. Te preguntaría por tus otros hermanos, pero mejor no lo hago, no vaya a ser que alguien lea esto y después llegue a la opinión pública lo que han hecho todos los de tu estirpe, tener hijos ilegítimos.

Pasando a otras cosas, te vi jurando la Constitución. Mi más sincera enhorabuena. Creo que deberías guardar esa instantánea y decirle a alguno de tus lacayos que la suba a la entrada de la Wikipedia de la expresión “si cuela, cuela, y si no, me la pela”. Hiciste un gran trabajo de inmersión cultural porque de nuevo representaste otra de las mejores cualidades del español medio: la puta hipocresía. Seamos claros, rey, al igual que cada uno de nosotros, eres fruto del más insignificante azar. Eres quién eres por pura suerte biológica. Te digo esto asumiendo que a ti ya te habrán robado la inocencia que a nosotros nos robaron el día que oímos eso de “lo reyes son los padres”, que en tu caso es más cierto aún, pero quiero decir que a ti el cuento de la monarquía de derecho divino ya te lo habrán destripado, espero. Pero qué más da. Tú y Leti no seréis monarquía de derecho divino, pero sí una monarquía con derecho a estar divinos. Y que os quiten lo bailao, dí que sí.

Te veo la mar de bien en esa papeleta y ese fajín de jefe de Estado, sobretodo cuando llenas tus discursos de palabras como democracia, libertad, igualdad, justicia, diversidad... He oído por ahí a gente decir que todo eso no se asocia demasiado bien a una jefatura del Estado de carácter hereditario. Les he visto ondear banderas con colores extraños. Debe ser una asociación de monárquicos daltónicos porque, a medida que se acercaba el día de tu coronación, más de ellos había. Ellos puede que sean daltónicos, pero ya sabes lo que dicen, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y tú no quieres ver ni mucho menos oír a ese pueblo que dices que tanto amas. Te lo digo de buen rollo. Todos dicen que estás preparadísimo para ser rey. Si es así, ¿por qué no nos dejas darte el visto bueno en unas elecciones? Llámame temeraria insensata, pero puede que si lo hicieras, ganaras credibilidad y respeto, además de convertirte en una persona coherente al corresponder con hechos la democracia que tanto predicas.

En fin, he de confesarte el verdadero propósito de mi carta. ¿Recuerdas que mis padres contribuyeron a costear tu educación? Pues no sé si alguien te lo habrá comentado, pero más allá de los muros de palacio, algunas personas tenemos serias dificultades para pagar por una educación pública, a la que de pública ya sólo le queda el papel higiénico de los aseos, y a veces ni eso. De ahí que te pida si podías devolverme el favor. Imagino que no será ningún inconveniente, ya que dices que tanto nos quieres servir a los españoles.

Por supuesto, trataba de ser irónica. No sé si te has dado cuenta. Si no lo has hecho, llama a otro de tus lacayos para que te lo explique. O llama a un lacayo para que llame a otro lacayo. Se te deben acumular más lacayos que la canción esa donde en una tela de araña se balanceaban elefant... Uy, perdón, otra vez.

Te dejo ya que se me hace tarde. Tengo revisión en el oftalmólogo, me han diagnosticado daltonismo.

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