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Rambleta: transgresión para estar en el centro cultural desde la periferia

Exposicion audiovisual en La Cambra, un espacio de La Rambleta.

Voro Maroto

Conciertos, teatro, exposiciones, actividades para niños, talleres y hasta una biblioteca. Todo vale en Espai Rambleta, el centro multidisciplinar inaugurado en marzo de 2012 en la periferia de la ciudad –el barrio de San Marcelino- que lucha por convertirse en referencia, en punto de encuentro, de Valencia.

Rambleta es de titularidad municipal. El Ayuntamiento de Valencia paga un cánon anual por la construcción del edificio a su gestora, una empresa, Bulevar del Arte y la Cultura, participada por varios empresarios, entre otros, las constructoras Cyes, Secopsa y algunos miembros de la familia Reyna, antiguos propietarios del diario Las Provincias.

El edificio, una especie de cubo obra de los arquitectos Carmel Gradolí y Arturo Sanz, da para mucho. Tiene auditorio, una biblioteca municipal, teatro-auditorio con capacidad para 700 espectadores, salas de música, de danza, un café-teatro, cafetería-restaurante y salas polivalentes para exposiciones. 11.000 metros cuadrados en total.

¿Cómo se intentan aprovechar? Mariola Cubells, directora de relaciones externas desde septiembre, responde. “Tenemos un espacio único y una vocación real de llevar a cabo esa programación alternativa, transgresora a veces, y diferente. Deseamos transmitir que la cultura, además, puede ser divertida. Queremos crear una especie de idilio entre esos ciudadanos interesados en la cultura, comprometidos con su tiempo, con las tendencias estéticas y nosotros como espacio cultural”.

Para ello, y tras algunos cambios en el equipo directivo del espacio, se apuesta por casi todo. Exposiciones artísticas que invitan a la reflexión, otras que intentan vincular a los vecinos con Valencia, actuaciones de músicos que crean arte con consolas viejas, festivales de música como el Deleste, teatro para niños e incluso circo, de la mano del Gran Fele, una compañía de todo menos convencional.

Rambleta busca transgresión y centralidad al tiempo, una paradoja que Cubells explica con pasión. “Esta ciudad tiene posibilidades infinitas, y en Rambleta queremos nutrirnos con los creativos de todas las disciplinas. Queremos modernos, hipsters, queremos vanguardia, queremos poesía……., para lograrlo estamos abiertos del todo. A propuestas ciudadanas, sociales, lúdicas, a colaboraciones, a todo lo que pueda hacernos crecer”.

Rambleta dice buscar el equilibrio entre la programación de calidad y los gustos del público. Por ejemplo, “en teatro tenemos una línea de teatro de texto y de riesgo clara y continua”. Y las actividades para los pequeños “no quieren ser espectáculos para distraer a los niños, sino situaciones interactivas que eduquen y hagan pensar... y que las puedan disfrutar también sus padres”, dice Quique Medina, director de comunicacion y parte del equipo de programación del espacio.

En ese contexto, nace la colaboración con marcas –Cerveza Ambar, por ejemplo- que apuestan por el patrocinio cultural y propuestas “escénicas más abiertas, dfierenciadas y de calidad”, dice Medina. Eclecticismo y cintura para lograr, según Cubells, “que Rambleta sea cada vez más el lugar especial en el que quieran estar todos a quienes les interese la cultura como universo, incluida sobre todo esa que a veces está en los márgenes, esa que no llega a los lugares céntricos, públicos y convencionales de la ciudad”.

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