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Viviendas supervisadas y unidades de convivencia, el nuevo modelo valenciano de residencias de mayores para después de la pandemia

Una unidad de convivencia para 11 personas de la futura residencia de mayores de Sant Mateu, con cocina, comedor, salón y terraza propios.

elDiariocv

Valencia —

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Un edificio que se construirá sobre una parcela de 4.600 metros cuadrados en una zona urbana de nuevo desarrollo en Sant Mateu, localidad de cerca de 2.000 habitantes y capital histórica de la comarca del Baix Maestrat, es el modelo piloto de residencias de mayores dependientes que el Gobierno valenciano impulsará sobre la base de un concepto anterior a la crisis pero que la pandemia del coronavirus ha venido a reforzar. Se trata de promover unidades reducidas de convivencia y viviendas supervisadas como alternativa a los centros masificados.

Los devastadores efectos de la pandemia actual sobre las residencias de mayores han puesto dramáticamente en cuestión la concepción de estos centros, en los que el contagio masivo de residentes, en muchos casos afectados por diversas patologías, ha llevado a cifras de muertos muy altas entre un colectivo de riesgo grave ante la COVID-19. Y han confirmado la necesidad de un modelo que encaja en la transformación que la Generalitat Valenciana ya había puesto en marcha antes de la crisis.

La vicepresidenta y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas del Gobierno valenciano, Mónica Oltra, destacaba en su comparecencia del pasado día 22 de abril en las Corts Valencianes la necesidad de que la Administración pública se dote “de la musculatura y la capacidad de acción y reacción en materia de protección social que requiere una situación como la que estamos viviendo”. Una acción “imprescindible en un sistema que, todavía hoy, no dispone de la estructura que sería deseable para garantizar estos servicios esenciales, a diferencia del sistema sanitario o educativo, mucho más robustos y estructurados”.

En el marco de la Ley de Servicios Sociales Inclusivos, aprobada por las Corts Valencianes en enero de 2019 y que responde a la idea de estructurar territorialmente el sistema público de servicios sociales como lo está el de salud, el departamento de la vicepresidenta valenciana desarrolla el nuevo modelo de residencias de mayores. “Las unidades convivenciales tratan de generar un ambiente cercano a lo que es una casa o un piso para humanizar la atención”, explica Enric Juan, director general de Infraestructuras de Servicios Sociales. “Además, ante una emergencia sanitaria, las unidades se pueden aislar fácilmente para evitar contagios”.

La residencia de Sant Mateu está en la fase de licitación del proyecto y su presupuesto de construcción total es de 7,5 millones de euros. Con una superficie construida de 5.872 metros cuadrados y 1.572 metros cuadrados de espacios exteriores, además de terrazas, jardín y zonas comunes, tendrá 30 plazas de estancias de día y 66 plazas de residencia, organizadas en seis unidades de convivencia que dispondrán, cada una de cuatro habitaciones dobles y tres individuales, todas con baño, así como cocina, comedor, salón y terraza propios.

“Se trata de adaptar la atención residencial a las nuevas necesidades de la población de personas mayores con un sistema orientado no sólo a curar la enfermedad física sino también la enfermedad social, con ratios adecuadas y nuevas formas de atención”, explicaba la conselleria al dar a conocer un proyecto, bautizado con el lema “L'alegría de conviure”, de reforma de la atención residencial que ha sido abordado en diversas mesas de trabajo con los sectores implicados.

Reforma de grandes residencias existentes

El proyecto impulsa el nuevo modelo para las futuras residencias, más pequeñas, que tomarán forma arquitectónica concreta en función de cada centro aunque mantendrán la organización prevista en Sant Mateu. Pero también aborda la reforma de las residencias existentes, entre ellas la de Carlet, la de mayores dimensiones en territorio valenciano, con más de 500 plazas. “En la de Carlet y en otras reformas integrales vamos a aplicar diferentes tipologías”, señala Enric Juan, que indica que, por ejemplo uno de los bloques del enorme complejo será dedicado a viviendas supervisadas, en las que los residentes tengan más privacidad e incluso autonomía de acceso, y otro a unidades convivenciales.

Con medio millón de euros presupuestados para la licitación del proyecto, la residencia de Carlet, localidad de 15.000 habitantes en la comarca de la Ribera Alta, presenta la dificultad de hacer obras mientras los residentes permanecen en ella. Una de las alas de esa residencia dispone de habitaciones con conexión de oxígeno, una dotación que debe formar parte de los equipamientos del nuevo modelo. Pero el director general puntualiza que las residencias de mayores no pueden funcionar como “recursos sanitarios puros y duros”.

La intención es ir desplegando el nuevo modelo en un plan de infraestructuras a cuatro años, pero hay una fase de reformas de residencias ya existentes. Un total de 39 residencias de las 334 que hay en la Comunidad Valenciana son de titularidad de la Generalitat, que sin embargo solo tiene la gestión directa de siete de ellas.

Enric Juan cita, en este sentido, proyectos como los de la residencia del Lledó, en la ciudad de Castellón, que está en obras; la del Catí, en Elda, o la de Aldaia. Están en estudio las reformas de sendas residencias en la ciudad de Alicante y en Torrevieja. Se está elaborando un mapa de necesidades y la nueva Ley de Servicios Sociales establece que cualquier proyecto de construcción de nuevas residencias debe ser autorizado por la conselleria para que se adapte al nuevo modelo.

En algunos casos, la colaboración entre instituciones funciona bien. Es el caso de la colaboración de la Generalitat con la Diputación de Valencia, que financia las obras, para la reconversión del antiguo hospital militar de Mislata, cuyo ayuntamiento aporta el suelo, en un centro que será gestionado por la conselleria. De momento, el presupuesto autonómico de 2020 incluye 17 millones de euros para reformas. “Hay que poner de relieve que, ahora más que nunca, es muy necesario invertir en infraestructuras de carácter social”, concluye Enric Juan.

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