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Defensa personal femenina para luchar contra la inseguridad de las mujeres

Javier Mínguez, corresponsable del centro de defensa personal femenina de Alboraia, durante una clase.

Laura Martínez

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“La defensa personal despierta las alertas para evitar el conflicto”. Sobre este mantra se apoyan Andrés y Javier Mínguez, especialistas en artes marciales y los creadores del centro especializado en defensa personal femenina que abrirá sus puestas en marzo en la playa de La Patacona, entre Valencia y Alboraia. 

Ambos son entrenadores de judo, boxeo y monitores de entrenamiento funcional; tienen diversos reconocimientos deportivos y, además, Andrés ha desarrollado proyectos de investigación para la UNESCO. El tándem, que gestiona un gimnasio en Valencia, ha decidido dar el salto y crear un centro especializado. Los hermanos entienden la defensa personal como un acto de empoderamiento femenino, visión que corroboran sus alumnas. No se trata pues de ser capaz de golpear, sino de estar alerta y contemplar la posibilidad de la agresión. Las mujeres son más susceptibles de ser agredidas, lamenta Andrés, por lo que cree que esta disciplina se orienta a que una mujer pueda “neutralizar situaciones de riesgo a nivel físico y psicológico”. En otras palabras, evitar el bloqueo cuando se advierte el peligro.

La defensa personal ha sido regulada recientemente como arte marcial, evitando el intrusismo laboral, explica el investigador. Este será el primer centro avalado por la Federación Española de Lucha. Gran parte de su esfuerzo se centra en la prevención, en enseñar a “ser consciente del peligro, analizar las variables y saber qué hacer en caso de agresión”. La idea, asegura, parte de la inquietud que los vecinos del barrio le trasladaban sobre la inseguridad de las mujeres. 

Una de las claves, asegura, es la anticipación. Basta con mirar a la persona que crees que puede agredirte. “Los agresores no están acostumbrados a que les hagan frente, no buscan ese perfil”, explica. La otra pata implica la preparación física para llevar a cabo la acción, en caso de que esta sea necesaria. De nuevo, se trata más bien de tener la seguridad que da saber defenderse que de tener que hacer uso de ella. El gimnasio trabaja la parte psicológica y personal, además de la fuerza.

El de la seguridad y el empoderamiento es uno de los aspectos que más destacan las alumnas que ya han realizado cursos con estos monitores. Tatiana y Anaïs acuden a las clases de boxeo y defensa personal del gimnasio, ubicado en la zona del mercado de Abastos, y resaltan el “respeto” con el que los profesores tratan a las alumnos. “Lo primero que explican es que el primer punto de la defensa es la prevención, no esperar a la situación de peligro. Te dan herramientas para ello”, como aprender a observar el entorno, identificar a un posible agresor o localizar la salida más cercana, explica Tatiana.

“Se entrena para que no sea necesario” hacer uso de la fuerza, explican ambas, que aprenden tres aspectos fundamentales: “ser rápida, efectiva y salir corriendo”. Se trabajan técnicas de derribo y candado, más propias de las artes marciales, para casos extremos. “No se trata de fuerza, se trata de habilidad. Hay movimientos extremadamente eficaces”, añade Anaïs.

El espacio, aprovechando el enclave de la Patacona, impartirá clases de boxeo femenino, aikido para niños, contará con un servicio de fisioterapia y un tatami de 80m2. Pese a estar especializado en defensa femenina, será un espacio mixto.

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