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València reduce a la mitad el gasto en alumbrado público pese a que el precio de la luz se ha disparado un 250%

Comparativa de dos imágenes de València captadas desde la estación espacial internacional en 2011 y en 2022.

Carlos Navarro Castelló

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De ser líderes en contaminación lumínica a obtener un premio estar nominados para unos premios internacionales considerados los Oscar de las smart cities, gracias a la modernización y eficiencia del alumbrado.

El salto cualitativo que ha dado València en esta materia en los últimos años es significativo y ha permitido un importante ahorro para las arcas públicas a pesar de que el precio de la luz se ha incrementado desde el año 2022 en un 250%.

En el año 2016 el Ayuntamiento, gobernado ya por la izquierda con Joan Ribó como alcalde, implementó un plan de eficiencia energética en el que se han invertido casi 24 millones de euros, el cual ha supuesto la transformación de 87.000 puntos de luz de una instalación total actual de 102.000 luminarias de bajo consumo (107.000 luminarias en 2015), lo cual representa el 85.29% del parque.

Como resultado, se han dejado de emitir 16.000 toneladas de CO2 al año y la potencia total instalada se ha reducido de 24.460 kW a 9.000 kW, lo que supone un descenso en términos de potencia de un 63.20%. Con datos de 2022, se ha reducido el consumo en más 28 millones de kW desde 2015, lo cual supone un descenso del 51,16% respecto de 2015 y desde la perspectiva económica, se ha pasado de un gasto de 8,6 millones de euros a 4,4 millones, lo que representa un ahorro económico del 48,75%, a pesar del incremento del precio de la luz.

Si además del alumbrado público, se contabilizan los semáforos, las fuentes ornamentales y el consumo en el conjunto de las dependencias municipales donde también se ha instalado alumbrado eficiente, de los 111,2 millones de kW a 75,8 millones de kW, lo que traducido a euros supone que se ha pasado de un gasto de 18,7 millones a 9,9 millones de 2021 y 13,7 millones en 2022 por el aumento del precio de la luz.

Respecto a la contaminación lumínica, los sensores de la Universitat de València han detectado que el cielo de la ciudad es dos veces más oscuro que en 2015. La luz azul es la que dificulta la secreción de la melatonina que es la hormona que facilita el sueño (ver gráfico).

Está generada por una mala configuración que envía la luz hacia el cielo y genera derroche de energía y dinero, afección sobre la salud de las personas con la intrusisó lumínica y alteración del sueño y afección a los ecosistemas.

València tenía en 2014 una infraestructura de alumbrado obsoleta y muy poco eficiente que situaba a la ciudad en aquel momento como una de las ciudades europeas con mayor contaminación lumínica.

El plan de eficiencia energética ha sido desarrollado en todos los distritos y pueblos de la ciudad. Para el 2023 hay previstas varias acciones, entre ellas intervenciones en l’Olivereta, la Fontsanta, Soternes, Malilla, Quatre Carreres, Campanar, la Saïdia y Camins al Grau, que se prevé que estén acabadas antes de finalizar el verano. Además, los presupuestos participativos DecidimVLC también prevén inversiones de más de un millón y medio de euros en 2023.

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