Antxon Olabe: “No nos podemos poner exquisitos con los parques eólicos porque la emergencia climática ya está aquí”
Antxon Olabe (Eibar, 1955) advierte de que “la emergencia climática ya está aquí”, no oculta que se han producido alteraciones que ya son “irreversibles” y recuerda que el planeta que dejemos a las generaciones del futuro “depende de las decisiones que se tomen hoy”. Por eso, sin alarmismos, pero “sin paños calientes”, urge a tomar decisiones que lleven a una apuesta clara por las renovables, porque el único camino es “cambiar la base energética” que tenemos ahora basada en el carbón o el gas. Este experto en Economía Ambiental, que ha formado parte del equipo de asesores de ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, en la elaboración del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 que el Gobierno ha presentado a la Comisión Europea, ha participado este viernes en Bilbao en el curso de verano de la UPV-EHU bajo el título 'Nuevas respuestas a la crisis climática en el actual contexto geopolítico y energético', en el que todas las consecuencias de la guerra de Ucrania han estado muy presentes. Olabe advierte de que “es muy importante” que “las respuestas a lo más urgente” como pueden ser las consecuencias energéticas de la guerra, “no colisionen con las respuestas a lo especialmente importante”, la crisis climática.
¿Este verano de sequía, temperaturas inusuales e incendios nos advierte de que ya se está en una alerta roja en cuanto al cambio climático?
Sí. Este verano ha sido una especie de tormenta perfecta en cuanto a impactos del cambio climático en la Península Ibérica y en buena parte de Europa occidental, en el sentido de darnos cuenta, de sentir en nuestra propia piel lo que realmente significan los impactos climáticos. Este verano ha sido un punto de inflexión y es una clara señal para un país como España de que estamos en lo que llaman los científicos, un 'hotspot', un punto caliente del cambio climático. Y que no sólo ha venido para quedarse, sino que va a ir a más inevitablemente.
¿Hasta ahora lo veíamos más como una cuestión de futuro?
Sí, y en realidad es una cuestión de presente y es una cuestión de futuro. Son las dos cosas. El cambio climático, la emergencia climática ya está aquí. Nos está afectando, tiene numerosísimos impactos, como hemos visto este verano, pero al mismo tiempo va a ir a más de manera inevitable. Y ojalá que podamos reconducir los peores efectos, los más catastróficos. Porque también es un tema de futuro. Detrás de nosotros vienen nuestros hijos, los hijos de nuestros hijos y las sucesivas generaciones. Ellos van a heredar un planeta, y depende de lo que nosotros hagamos ahora. La desestabilización ya se ha producido, pero que sea lo menos grave posible.
No podemos tomar las medidas a corto plazo que estén en abierta colisión con lo que necesita la urgencia climática
Todo el conflicto bélico derivado de la invasión de Ucrania está complicando el panorama energético. ¿Obligará a dar pasos atrás en el objetivo de descarbonización?
Yo creo que sí, aunque la respuesta tiene que ser matizada. Por un lado sí, porque, entre otras cosas, la atención de la clase política, de los gobiernos europeos ahora mismo está básicamente en otras cosas, porque hay cosas muy urgentes con el tema de la invasión, el shock energético, del gas, la inflación, etc. Pero es muy importante, y este es un mensaje que a la gente y los responsables políticos les tiene que llegar, que las respuestas a lo más urgente no colisionen con las respuestas a lo especialmente importante, porque la crisis climática también está aquí. Es una cuestión de afinar mucho la percepción. Hemos visto estos días propuestas del Partido Popular, por ejemplo, de que se quiten durante un tiempo el precio que pagan las empresas emisoras por los permisos de emisión de CO2. Eso sería un desastre. No podemos tomar las medidas a corto plazo que estén en abierta colisión con lo que necesita la urgencia climática, porque entonces estamos haciendo un pan como unas tortas.
¿Y si hubiera que elegir entre emergencia climática o emergencia energética?
Es que eso es lo que no hay que hacer. Nadie nos tiene que plantear eso, es un falso dilema. Tenemos que aprovechar la crisis energética originada por la crisis de oferta del gas y ser suficientemente inteligentes para que la respuesta a esto sirva para acelerar la transición energética, no para entrar en colisión con esa transición. La crisis del gas, precisamente, y la crisis provocada por Rusia respecto al gas, lo que nos ha hecho ver es que depender del petróleo y del gas que tenemos que importar, y de estados autocráticos como Rusia, es una vulnerabilidad estratégica. Hay que hacer de la necesidad virtud. Tenemos que desvincularnos de ese cordón umbilical energético que nos unía a Rusia y, en la medida en que el sistema energético al que avancemos esté basado en energías renovables y en eficiencia, nadie nos va a poder cortar ese acceso a la energía porque son fuentes autóctonas. Si nosotros tenemos un sistema energético basado en las renovables, el sol, el viento, la biomasa, el agua, etc, esos son recursos que no nos pueden intervenir una potencia extranjera, mientras que un gasoducto o un oleoducto simplemente te pueden cortar la fuente de energía. No es que te la pueden cortar, ya hemos visto que la cortan. Se utilizan como vectores de poder.
Pues la decisión de la UE de considerar el gas y las nucleares energías como energías limpias desconcierta un poco. ¿Existe un peligro de que acaben recuperándose fuentes de energía que parecían ya descartadas?
La posición de la Comisión Europea respecto a incluir las infraestructuras, gasísticas y energías nucleares en la taxonomía de energías verde ha sido un error lamentable. Y no solo para nosotros como europeos. Europa es la zona más avanzada del mundo en cuanto a la transición energética y la acción climática y otros se fijan en lo que hacemos. Si decimos que infraestructuras como el gas se pueden considerar verdes, van a venir países como Corea del Sur, por ejemplo, y dirán que si los europeos, que son los más avanzados, lo consideran así, no se les va a a enmendar la plana. Hay un efecto espejo y hay que ser muy cuidadoso. Pero bueno, por eso nadie se va a poner a construir centrales nucleares en Europa, porque, entre otras cosas, en los últimos 25 años se ha comprobado que desde el punto de vista financiero y de las inversiones son en general ruinosas. Ahora mismo una central nuclear nueva está costando del orden a 15 o 20 mil millones de euros, o sea, cantidades astronómicas que con esa suma de dinero puedes hacer una cantidad enorme de parques eólicos y fotovoltaicos. No salen los números de ninguna manera y entonces el capital privado no está interesado en invertir. El tema del del gas es distinto. El gas efectivamente, sí va a ser todavía una energía de transición importante hasta que logremos la neutralidad climática en la Unión Europea.Siempre hemos defendido los que estamos en estos temas de la transición energética, que una cosa es que haya que usar el gas en unos determinados momentos y como una energía de transición, y otra cosa es que no por eso le tienes que calificar a esa inversión de verde.
Yo creo que ahora mismo hay una opinión pública mayoritaria en España y en particular en Euskadi, que no iba a comprar que se retomara la explotación de gas
Aquí en Euskadi se resucita cada poco el debate de si hay que buscar gas en el subsuelo o no.
Sí, así es. De hecho, la derecha, el Partido Popular, y en Euskadi hasta cierto punto, quizá con un cierto apoyo o beneplácito del PNV, es un tema que reabre, es como el Guadiana que resurge. Algunos sectores económicos no se resignan a que no se pudiese explotar determinados yacimientos de gas y se habla de intentar reabrir la Ley de Cambio Climático y Transición Energética precisamente para poder permitir estas exploraciones. Pero yo creo que ahora mismo, hoy por hoy, hay una opinión pública mayoritaria en España y en particular en Euskadi, que eso no lo iba a comprar. Pero bueno, es una batalla que hay que ganar un día sí y otro también.
El tema del ahorro de energía no ha estado en el debate social, ha hecho falta una crisis de oferta
¿Las medidas de recorte que se están poniendo en práctica ahora para ahorrar energía serán eficientes, en sus dos vertientes, de ahorro y de descenso de emisiones?
El tema del ahorro es extraordinariamente importante. Es verdad que, durante años, cuando hemos hecho los planes y la estrategia de transición energética a largo plazo, siempre se habla del ahorro y la eficiencia y se habla de las energías renovables. Pero luego, en el día a día, la insistencia por parte de los analistas, los especialistas, los comunicadores, es en las renovables y el tema del ahorro queda un poco en un segundo lugar. En ese sentido, ahora mismo con las medidas de la Comisión Europea, el hecho de que se hable explícitamente de ahorro energético es muy importante y que esté en el debate social, que se hable en términos concretos de que hay que ahorrar como mínimo un 5% en las horas punta de energía eléctrica, etc, es tremendamente positivo, porque la transición energética hacia las renovables se hará combinando de manera inteligente ahorro y eficiencia y despliegue de las renovables. Y al mismo tiempo, y unido a eso, la otra cara de la moneda: la salida del carbón, después del petróleo y después del gas del sistema.
¿Se ha necesitado una crisis de oferta para darnos cuenta de la necesidad del ahorro?
Sí, efectivamente, el tema del ahorro no ha estado en el debate social. Sí estaba en el debate de quienes estábamos preocupados por la crisis del clima, ha sido una preocupación más bien de unas minorías concienciadas, de los grupos ambientales, ecologistas y sectores de la sociedad. Pero no estaba en la amplia mayoría social. Entonces, bueno, pues ahora efectivamente, como estamos ante una crisis de oferta, sobre todo de gas, es muy importante que se incentive de manera clara el ahorro de gas y unido a eso el ahorro eléctrico, porque, entre otras cosas, el gas se utiliza también para generar electricidad. Entonces, en ese sentido, bienvenido sea al debate público la necesidad de ahorro y eficiencia.
¿Sirve de algo que, por ejemplo, Europa se implique en ese ahorro y en la transición a energías limpias si en otras zonas del planeta no se hace?
La transición energética hay que entenderla a nivel nacional, a nivel europeo y a nivel mundial. La crisis del cambio climático solo la resolveremos mediante decisiones adoptadas conjuntamente por la comunidad internacional, esto no va por barrios. No puede venir Europa y decir, yo ya he resuelto el cambio climático. No funciona así, porque la atmósfera es una para todos, o lo solucionamos entre todos o por mucho que avancemos unos países, si no hay unas decisiones más amplias que se traducen en una reducción de emisiones a nivel mundial, no van a salir los números. Las emisiones de gases de efecto invernadero se caracterizan porque da lo mismo el lugar de origen. Alteran la química de la atmósfera y lo mismo da que surjan en Bombay que en Bilbao. La solución tiene que ser global. Entonces las transiciones tienen que hacerse a nivel nacional, cada país tiene que hacer su propia transición energética en función de sus características energéticas, económicas o sociales, pero sin perder de vista que, aunque vayan más rápido los que tengan más capacidad económica, institucional o sean más ricos, y el proceso sea más lento otros, tiene que ser global. Estamos hablando de una transformación energética, sistémica. O sea, no es cambiar una tecnología por otra, esto es cambiar toda la base energética fósil que sostiene la economía del mundo. El carbón, el petróleo y el gas son la base energética de la economía desde hace 250 años. Por las urgencias del cambio climático no es un cambio que lo podamos hacer en 200 años, lo tenemos que hacer en 30 años. ¿Está complicado? Mucho. ¿Es difícil? Mucho. ¿Se puede hacer? Sí, siempre y cuando haya la suficiente presión por parte de la ciudadanía, de la sociedad hacia los responsables políticos para hacer de esto una prioridad constante, no solo por momentos, sino continua. Europa está haciendo ya muchas cosas en la transición energética.
En esta transición energética a energías limpias va a tener un coste en puestos de trabajo. ¿Cómo hacer una transición justa?
En Europa ya hemos reducido un 25% las emisiones en los últimos 30 años, mientras que la economía se ha seguido desarrollando en un 65%. Se puede desacoplar el crecimiento de la disminución de emisiones. Pero dicho eso, la transición va a suponer grandes transformaciones sociales, cierres industriales del carbón o la minería y habrá regiones que se encuentren entre los perdedores de esta transformación, inevitablemente. Por eso es tan importante que los responsables políticos tengan esto muy claro y se ponga a las políticas públicas al servicio de lo que hemos llamado transición justa de una forma preventiva. Sabemos que va a haber cierres económicos, cierres industriales, gente que va a ir al paro, es inevitable, pero sabemos que a lo que vamos, genera más capacidad de empleo, más capacidad de desarrollo económico. Pero en el cambio, lógicamente hay curvas, y si tú cierras unas minas en León, no necesariamente el desarrollo solar fotovoltaico va a ser en el mismo sitio en el que has cerrado la mina ni para los mismos trabajadores. Por eso son importantes las políticas públicas, de manera que tú tengas eso como una prioridad en tu estrategia y pongas preventivamente los recursos económicos, las inversiones y impliques a las empresas en los planes relacionados con la transición justa. Y en esto hay que decir que España es uno de los países de referencia a nivel mundial. Se han cerrado 6.000 megavatios de carbono en los últimos cuatro años en un clima de paz social, porque se ha hecho acordado con los sindicatos, hablando con las comunidades autónomas, hablando con las regiones en las que se producían los cierres, poniendo dinero para favorecer nuevos desarrollos empresariales, etc.
¿Y es una cuestión que debería formar parte de las negociaciones entre sindicatos y empresas del día a día, o de los convenios igual que se negocia ahora, por ejemplo, la salud laboral?
La transición energética y la acción climática es un proyecto de país, es el Gobierno el que tiene que liderar, obviamente. Pero esto no es una cosa que hace solo un gobierno. Tiene que implicar primero, y es muy importante, a las comunidades autónomas. En un país cuasi federal como España de poco sirve que el Gobierno central tome unas decisiones si luego hay 17 comunidades autónomas que no cumplen, o que no se sienten alineadas. Luego, por supuesto, hay que hay que subir a bordo a las centrales sindicales, que eso yo creo que hay una muy buena acogida en España en ese sentido de la transición energética y de la acción climática, pero es muy importante también al sector empresarial, a sectores industriales. Hay que subir a bordo a todos los agentes de la economía, porque esto es una transformación económica, energética, de carácter integral.
¿Y la industria también se está implicando? Porque se quejan en muchas ocasiones de la penalización que les supone el pago por las emisiones de CO2.
Hay sectores económicos, que lo primero que hacen es quejarse, es lo normal, sobre todo cuando hablan con la administración. Los sectores industriales emisores tienen que pagar por las toneladas de CO2 que emiten y esto lleva ya 17 años. Afecta a 11.000 centros industriales de toda la Unión Europea y si alguien se queja, que se queje. Este sistema es la única manera de avanzar hacia una economía descarbonizada, que cada vez cueste más emitir una tonelada de CO2 para que el propietario o los accionistas se muevan hacia una tecnología menos emisora para ahorrarse miles de euros al año. Si no les costase nada emitir CO2, como pasaba hace 15 años, pues así nos iba, con las centrales de carbono a todo meter.
Hablaba de la necesaria implicación de las comunidades autónomas. ¿No se está haciendo?
Es muy importante destacar que las estrategias y los planes nacionales tengan una fuerte vertebración con los territorios, porque esto no siempre se hace. A veces no se presta la suficiente atención y dedicación a cómo subimos a bordo sobre todo las comunidades autónomas con menos recursos, con menos capacidades técnicas a la hora de hacer su propia planificación, para conseguir que tengan una transición energética alineada con la del conjunto del Estado. Esto se dice fácil cuando estás en el gobierno central, pero luego es verdad que hay que eso hay que armarlo y a veces yo creo que no existe la suficiente sensibilidad para prestarle la atención que eso requiere en cuanto a recursos, medios y dedicación. Euskadi es una comunidad rica que tiene sus medios técnicos y económicos y su capacidad para hacer esa transformación, pero a otras comunidades las tienes que ayudar.
La situación es grave pero el futuro no está escrito, no estamos abocados a una catástrofe, ni muchísimo menos
En Euskadi hay todavía mucha contestación social a la instalación de parques eólicos ¿Cómo lo ve?
Efectivamente hay que preservar determinados paisajes y todo lo que tenga que ver con lugares protegidos. Pero dicho esto, no nos podemos poner exquisitos en la instalación de renovables en un momento en el que la emergencia climática ya está aquí y la base absoluta está en cambiar el sistema energético, no hay otra. Ese es el kilómetro cero de la emergencia climática, cambiar un sistema energético que se basa en el carbón, el petróleo y el gas. Si no ponemos renovables, no podemos ir transformando ese sistema energético. Las energías renovables hay que ponerlas también en Euskadi, y con lo avanzada que es esta comunidad autónoma, el desarrollo que han tenido ha sido muy pequeño. Yo diría a esos sectores sociales que se oponen que una cosa es proteger los paisajes y por supuesto la biodiversidad, y otra cosa es una especie de negativa sistemática a cualquier proyecto de renovables. En el fondo es poner palos en las ruedas y el que estaría más interesado en eso es quien tiene intereses relacionados con el petróleo, el gas, el carbón, que lo que no quieren es que se haga esa transformación. Entonces, no nos pongamos demasiado exquisitos. Los proyectos eólicos que tengan encaje hay que apoyarlos, porque es un poco impresentable que una economía rica y desarrollada y altamente concienciada como la vasca, se está quedando atrás en el desarrollo de renovables.
Para terminar, ¿se puede tener esperanza o se avecina la catástrofe de un futuro de película distópica?
No. El tema es muy serio y siempre soy de los que hablo claro, miro las cosas de frente y no pongo paños calientes. Lo que está en juego es extremadamente grave. Las dinámicas de la alteración del clima están aceleradas, los problemas que están apareciendo de impactos, hace 25 años creíamos que los íbamos a tener a mediados o a finales de siglo, se están adelantando, están siendo más severos, más rápidos. Cuando hablamos de emergencia climática es porque es verdad. Entonces, dicho esto, el futuro no está escrito, no estamos abocados a una catástrofe, ni muchísimo menos. El futuro lo estamos escribiendo aquí ahora, con las decisiones que adoptamos. Si este país, otros países europeos, otros países en el resto del mundo, decidimos y luchamos por la neutralidad climática y damos pasos consecuentes, pues hombre, hay una alteración del clima que ya es irreversible, pero no es para nada lo mismo que vayamos en un incremento de 2,5 grados a finales del siglo 21, a que nos quedemos en 1,6 grados. Sería una diferencia cualitativa que supondrían decenas de millones de vidas humanas y catástrofes climáticas sin fin. Esa diferencia, por lo tanto, que hay que hacer, luchar y luchar hasta el último aliento, como he dicho en alguna ocasión, porque el futuro dependerá de lo que hagamos hoy.
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