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El arte recupera la calle

Uno de los murales del Casco Viejo de Vitoria.

Patricia Burgo Muñoz

Un muro desnudo, un local vacío o todo un barrio abandonado pueden convertirse en el soporte perfecto para la expresión artística. El arte urbano se extiende por diferentes rincones de Euskadi recuperando espacios que habían quedado relegados al olvido y que han servido de inspiración para artistas, estudiantes de Bellas Artes e incluso escritores.

Es el caso de Harkaitz Cano, autor de ‘Twist’, que ha llevado sus palabras más allá del papel gracias al proyecto de renovación del barrio eibarrés de Txonta, una zona industrial en el que las casas comparten espacio con antiguos edificios que llevan años abandonados. El escritor vasco ha trabajado en colaboración con el artista brasileño Erb Mon en lo que han denominado un ‘graffiti literario’.

A pesar de la decadencia que envuelve al lugar, el escritor vasco se ha encontrado con un “entorno muy cinematográfico” en el que “la dejadez se convierte en conservación”. Con este escenario, Cano ha creado un cuento que simboliza “un cadáver que resucita” y que, repartido en frases, se muestra al viandante en forma de grafiti. Lo más complicado para el escritor ha sido elegir un texto que aporte un significado a lo que “las paredes ya cuentan” y escribir algo que “ha de permanecer”. Pero para Harkaitz Cano esta oportunidad ha sido “un regalo” que le ha permitido llegar a un público diferente que se topa sin buscarlo con la obra de arte.

El arte del muralismo en Vitoria

El trabajo de recuperación de espacios urbanos es un clásico ya en Vitoria. Los murales del Casco Viejo se han convertido en una seña de identidad del barrio que ha transformado algunas fachadas en enormes lienzos y que ciudadanos y artistas de diferentes disciplinas han utilizado como una herramienta de expresión pública y comunitaria. El resultado es una explosión de color en el barrio más antiguo de la ciudad que ha cautivado a vecinos y visitantes. Cada uno de los murales tiene su historia, su significado y sus secretos, y lanza un mensaje al paseante. Todo ello se puede conocer en un itinerario muralístico que da a conocer el Casco Medieval desde un punto de vista diferente.

El éxito de este proyecto ha derivado en otras versiones que han llevado la expresión artística a colegios de Vitoria gracias de los ‘Murales escolares’. A partir de unos talleres niños, padres y profesores han contribuido a renovar la cara de sus centros afeados por el paso del tiempo y por grafitis no del todo artísticos, en un ambiente lúdico y educativo. Otra experiencia que bebe del mismo espíritu es la desarrollada en algunos pueblos alaveses a través de los ‘Murales rurales’ y que ha llevado a los vecinos de siete municipios a transformar diferentes espacios que van desde la bolera de Adana al depósito de aguas de Okariz.

Bilbao se apunta a la renovación de comercios cerrados

El cierre de comercios es otro de los focos que contribuye a generar la imagen de una ciudad gris y vacía. El Ayuntamiento de Vitoria quiso darle una vuelta a este problema y en 2009 puso en marcha 'Muralia', un concurso de intervención pictórica en el que artistas de diferentes disciplinas transformaban estos locales en un escaparate para mostrar su obra. Esta experiencia se desarrolló durante cinco ediciones y decoró diferentes barrios de la ciudad.

Bilbao ha recogido esta idea y se ha puesto manos a la obra para revitalizar zonas que poco a poco han ido perdiendo la actividad. Allí el Ayuntamiento ha puesto en marcha junto a la Universidad del País Vasco el programa 'Bitartean' en el que estudiantes de Bellas Artes han transformado locales cerrados de la calle Carnicería Vieja en creaciones artísticas. Ohiane Sánchez y Victoria Catalán son dos de las artistas que han dado forma a una de las propuestas más originales: un huerto vertical a pie de calle.

Las estudiantes han aprovechado la persiana para instalar su creación. “Al mantenerse cerrada, la persiana crea una red que nos permite colocar recipientes de materiales reciclados en cada celda, que contienen plantas de temporada y plantas aromáticas”, explican. Ohiane y Victoria buscan que su obra invite al paseante a interactuar, “queremos que reclame la atención del viandante y romper con la monotonía que de las calles por las que paseamos diariamente”. Así el local se transforma en un espacio útil con información sobre las plantas que lo componen y “da la opción a todos aquellos que lo deseen a que puedan involucrarse en su cuidado: regando, revisando el crecimiento de las plantas, su estado…”, puntualizan. En total, han sido cuatro los comercios recuperados en esta experiencia piloto que espera tener continuidad en otros espacios de la ciudad.

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