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Operación salvar a la soldado Múgica

María Jesús Múgica, en una imagen de archivo

Iker Rioja Andueza

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Esta crónica no viene acompañada de una fotografía de la exdirectora general de Osakidetza, María Jesús Múgica, entrando o saliendo del Palacio de Justicia de Vitoria con motivo de su declaración como testigo en la investigación penal abierta por las irregularidades en las oposiciones médicas del Servicio Vasco de Salud celebradas el pasado año. Tampoco verán la imagen en el Teleberri o en otros medios de comunicación. Eso significa que la operación para evitar a la prensa ha sido un éxito.

Bromeaba Roberto Sánchez, uno de los denunciantes de las irregularidades y que también estaba citado este miércoles por la juez del caso, Yolanda Varona, que Múgica ha entrado a los juzgados “por la puerta del Imaginarium”, ya que nadie la ha visto acceder por la puerta principal y única entrada para el común de los mortales. Y Múgica lo es, ya que, según fuentes judiciales, no se ha articulado ninguna medida especial para proteger su imagen, como sí ocurre con otro tipo de testigos. A la salida ha debido de utilizar esa misma puerta.

Se da la circunstancia de que Múgica, a eso de las 10.30 horas, ha llegado a la planta tercera, donde se encuentra la sala multiusos que utiliza la juez Varona para las testificales. Si no ha pasado por el acceso ordinario, por lo tanto, no ha superado el control de seguridad y el detector de metales gestionado por una empresa privada. Ya arriba, Múgica ha saludado a algunos de los presentes, también a los denunciantes, y ha esperado pacientemente su turno, que no ha llegado hasta las 13.00 horas, repasando notas en una libreta azul de tapa dura. Durante varios momentos de la mañana ha estado acompañada por una funcionaria de la casa.

Terminada la declaración, pasadas las 14.00 horas, Múgica ha salido del juzgado y ha declinado amablemente hacer comentarios a los medios de comunicación sobre las explicaciones que ha ofrecido o las preguntas que le han realizado. Este caso motivó su dimisión en noviembre de 2018, como la de su responsable de Recursos Humanos, Juan Carlos Soto, y la del propio consejero de Salud, Jon Darpón, ambas ya este 2019.

“Hay que dejar a la Justicia que haga su trabajo”, se ha escudado junto a la puerta de un ascensor de la tercera planta. Al abrirse ese elevador tres pisos más abajo, en la salida principal y única del palacio para el común de los mortales, ya no había exdirectora general de Osakidetza allí. ¿Dónde estaba Múgica? ¿Y sus acompañantes? ¿Por qué el resto de testigos han tenido que desfilar por la puerta principal? ¿Tendrán los imputados las mismas posibilidades de preservar su imagen?

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