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La huella valenciana de Ernest Lluch, el intelectual asesinado por ETA hace 25 años

Ernest Lluch, político socialista, fue una figura clave del autogobierno valenciano.

Laura Martínez

20 de noviembre de 2025 23:01 h

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Ernest Lluch no era un hombre de callar, tampoco de chillar: era de hablar y de atreverse a pensar”. Así lo definió el expresidente de la Generalitat Valenciana Ximo Puig en el acto de homenaje por el vigésimo aniversario de su asesinato, en el año 2020. El exdirigente de los socialistas valencianos mantiene un fuerte vínculo con el que fuera ministro de Sanidad del PSOE, asesinado por ETA el 21 de noviembre del 2000, y lo recuerda frecuentemente. Es prácticamente un padre para el socialismo valenciano y el valencianismo político, una figura de referencia para el PSPV y para generaciones enteras. “Yo estoy aquí porque una persona me dijo que me afiliara al PSOE y el 21 de noviembre recordamos su asesinato”, dijo el entonces president en una sesión en las Corts.

A Lluch se le recuerda principalmente como ministro de Sanidad y Consumo en el gobierno de Felipe González. No en vano, puesto que impulsó la ley que sentó las bases del sistema nacional de salud, la primera piedra de la sanidad universal española; el plan nacional sobre drogas, en 1985, y la primera ley de defensa del consumidor. Apenas diez años desde el fin de la dictadura, bajo su mando el sistema de protección de derechos básicos dio un salto cualitativo notable. Pero sus compañeros valencianos recuerdan principalmente a un referente intelectual, un hombre que les dio un lenguaje para entender la realidad.

El político catalán (Villasa del Mar, en 1937) fue profesor de Economía en la Universitat de València entre 1970 y 1977, tras ser expulsado de la Universitat de Barcelona por razones políticas. Llegó a una facultad en la Universitat de València de reciente creación, según recuerda el exconseller de Hacienda Vicent Soler, uno de sus alumnos en las primeras promociones, junto al expresident Joan Lerma, y provocó una auténtica revolución. Aumentó la exigencia académica en un clima de ir y venir de profesores, con pocos recursos para unos estudios nuevos en la capital valenciana. Es lo que Soler llama “la década prodigiosa” para los economistas valencianos.

El exconseller de Hacienda, hoy catedrático de Economía ya jubilado, recuerda con admiración a su mentor: “Revolucionó los estudios de economía valenciana con ideas que cataliza en La via valenciana. Dirige varias tesis doctorales sobre la cuestión, dota de cierto rigor los estudios, y realiza análisis de una economía diversificada”, recuerda Soler, que destaca que Lluch reconoce la economía valenciana más allá del agrario dominante: habla de la industrialización. “Lluch da las pautas sobre cómo hacer política industrial, económica. Sus discípulos fueron consellers en los ochenta, pudieron poner en marcha sus politicas en materia de innovación, estrategias competitivas... No competir en salarios bajos sino en innovación”, apunta Soler, que destaca la creación del Impiva, el Instituto Valenciano de la pequeña y mediana empresa. Sienta las bases del pensamiento económico del PSPV-PSOE.

La via valenciana fue una obra clave para una generación de economistas, que luego tendrían puestos de responsabilidad en los gobiernos autonómicos. Se reconoce como un estudio pionero de las transformaciones valencianas con influencias más allá del campo de las cifras. Soler y Puig son la muestra de que la huella de Ernest Lluch en la política valenciana sigue siendo muy marcada, pero también el propio Joan Lerma, el primer presidente democrático del autogobierno valenciano, o Andrés García Reche, su conseller de Industria y posteriormente responsable de Innovación con Puig. El exministro también formó en la facultad a otros dirigentes como Rita Barberá, al empresario Juan Roig, y compartió espacios políticos con otras figuras del valencianismo como Joan Romero, Josep Sorribes o Vicent Ventura.

València, 1977. Representants del PSPV presentant al Govern Civil els papers per a la legalització del partit. D’esquerra a dreta: Ernest Lluch, Vicent Llombart, Alfons Cucó, Josep Pons, Joan Olmos, Joan Romero i Vicent Garcés. Archivo de Joan Olmos.

Figura clave en el autogobierno

En la década que pasó en Valencia, viviendo en el barrio de Russafa, Lluch se convierte en una figura clave para el autogobierno. Se implica en el antiguo PSPV, en el mundo valenciano, que permea en el político tanto como el político en el país. Realiza multitud de conferencias, charlas por todo el País Valenciano, con una ingente producción académica y periodística. Reclama por todo el Estado que los valencianos han de tener autogobierno, que fueron privados de él con el golpe de 1939. “Lluch se implica en la transición en la política valenciana: junto a la libertad y amnistia reclamaba autogobierno, estatut d'autonomia”, destaca Soler, que fue detenido en 1975 con los llamados Deu d'Alaquás, junto a Lluch. Los agentes de la Brigada Político Social -la policía política del franquismo-, irrumpieron el día de Sant Joan en La Purísima de Alaquàs; pistola en mano, detuvieron a los nueve hombres y a la mujer que desarrollaban la Taula Democràtica del País Valencià, coordinadora de movimientos antifranquistas y génesis del autogobierno. La detención se convirtió en mito fundacional.

“Era un intelectual muy potente, tenía grandes debates, sobre todo con Joan Fuster; pensaba que podían discutir por su elevado nivel. Era un hombre muy implicado en el debate cultural valenciano”, recuerda el exconseller de Hacienda. Lluch es también clave en la configuración del PSPV actual, la integración de una parte de la izquierda valencianista en el PSOE, en un movimiento similar al que se da en el PSC. Después, al borde de los ochenta, el PSC reclama a Lluch para encabezar las listas electorales por Girona, pero el dirigente pero no dejó el contacto con el País Valenciano. “El último articulo que escribio en vida, en el año 2000, dias antes de su asesinato, fue També ens equivoquem, sobre la economía valenciana”, subraya Soler. Sin saber que serían sus últimos días, el político se dedicó a repensar sus estudios sobre el País Valenciano. También nos equivocamos se publicó en el diario El País el 23 de noviembre del año 2000, dos días después de que la banda terrorista ETA asesinara al intelectual, político y economista en la ciudad de Barcelona.

“En estos tiempos abocados a las alianzas necesitamos constructores de puentes como Ernest Lluch, no obreros que alcen muros (...) La memoria democrática obliga a recordar su figura”. Con estas palabras arrancaba el entonces presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, el homenaje a Ernest Lluch en el vigésimo aniversario de su asesinato, el 21 de noviembre de 2020. Un año antes de su asesinato, el político socialista pronunció una frase histórica: “Gritad, porque mientras gritéis no mataréis”. Sus palabras, dirigidas a un grupo abertzale durante un mitin en Donostia en 1999, siguen presentes en todo el país. El partido, sus alumnos, su facultad, recuerdan cada 21 de noviembre su asesinato. Y reivindican su legado: dialogante, tolerante, abierto.

Ernest Lluch: "Gritad, porque mientras gritéis, no mataréis"

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