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Raquel Ejerique: “Como servicio público, la obligación de À Punt es interesar a la sociedad”

Raquel Ejerique, directora de Informativos de À Punt Media.

Laura Martínez

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Raquel Ejerique aterrizó en la dirección de informativos de la radiotelevisión pública valenciana en pleno estallido de la pandemia. En abril de 2020 la hasta entonces redactora jefa de Política Social en elDiario.es obtuvo la mejor puntuación para dirigir los informativos de À Punt Mèdia y fue ratificada por el 70% de la redacción. Un año y medio después, la periodista valenciana ha conformado su equipo y reorganizado la redacción con el foco puesto en la información de proximidad y centrada en los temas sociales para cumplir con el mandato del servicio público. Con la nueva apuesta de programación a punto de arrancar, la responsable de informativos habla sobre los cambios del último año y la dirección de la cadena.

¿Cómo han cambiado los informativos en este año y medio?

Nuestro lema es que son más locales y más sociales. Hemos hecho un paso por la desinstitucionalización, dando historias para todo el mundo, de todos los pueblos y todos los niveles socioculturales. No somos una televisión de nicho, nos digirimos a todos: tenemos que ir a universitarios y a gente sin estudios, a gente a la que le gustan las fiestas populares y el arte contemporáneo. Estamos haciendo un trabajo para hacer más reportajes, más testimonios, temas en los que uno se ve reflejado. Eso y la reorganización de una redacción que no es líquida y hace de todo, sino que es una redacción especializada.

Ha habido varias reorganizaciones de redacción desde que se puso en marcha la radiotelevisión pública. ¿Qué se busca con este sistema?

Ahora tenemos las secciones clásicas -nacional, internacional, cultura, política, economía- con redactores que conocen los temas y eso aporta mucho, pueden explicar mucho mejor la realidad. Queremos explicar más las cosas, no dar declaraciones de políticos y darlo todo por hecho. Explicar las leyes, de qué estamos hablando. La redacción especializada ha dado muy buen resultado. También hemos hecho un cambio a que sea primero la web, las noticias las damos en el momento.

¿La pandemia ha dejado algún aprendizaje en la organización de los informativos?

La redacción, y me refiero a cámaras y técnicos también, nos hemos engrasado en las emisiones, en los avances informativos. Ha habido días que hemos hecho ocho horas de emisión. Es un protocolo que se ha quedado para siempre. Ahora, cuando tenemos un evento inesperado, como el derrumbe de un edificio en Peñíscola o una DANA, podemos reaccionar mucho mejor. Otro ha sido el teletrabajo: ha sido difícil, porque el periodismo también es comunicación entre nosotros, pero hemos aprendido. Se ha evidenciado la labor del servicio público; sin nosotros, gran parte de los valencianos habría estado a oscuras sobre el estado de sus hospitales o las normas de su comunidad. También hemos tenido que aprender a abrir y cerrar el grifo, porque nos hemos saturado del coronavirus. Cuando estábamos muy mal, cuando había que concienciar hemos dado mucho coronavirus, pero también hemos aprendido a cerrar el grifo. Ahora tenemos una situación estable, de riesgo bajo, y no abrimos los informativos con coronavirus y no ocupa más del 30% de los informativos. Hemos aprendido a dar un menú más variado.

Los informativos son más de la mitad del tiempo diario de emisión y son los líderes de audiencia. ¿Cuáles son ahora los retos?

La gente que nos conoce se suele quedar. Hemos doblado la audiencia de web y en televisión superado el 4% muchos meses, que es lo que tenía Canal 9 cuando cerró. Los informativos se han consolidado y la radio tiene capacidad de crecimiento que estamos explorando con un programa de cinco horas de radio pura. En los deportes hemos multiplicado las horas de retransmisión, hemos priorizado la web. El reto, al margen de mejorar los informativos y conectar más con la gente, es ser más conocidos. Aquí hubo una ruptura total con todo el patrimonio sociológico de Canal 9, que era una marca como El Corte Inglés; el reto ahora es que conecten, porque si conectan les vamos a gustar.

¿Respecto a los temas, dónde quieren poner el foco informativo?

Los temas sociales, educación y sanidad son esenciales. Los temas de derechos, denunciar injusticias, la economía y la política, que afectan a todo. Pero sobre todo, para ser un servicio público tenemos que dar información, denunciar injusticias e intentar mejorar la sociedad. Si se crea un paquete de ayudas, tenemos que explicarlas, decir cómo pueden conseguirlas. Somos emisores de información pero tenemos que pensar como si fuéramos los receptores, saber qué quieren escuchar.

Hace unas semanas presentaron la nueva imagen de los informativos, con pantallas para soporte gráfico y realidad aumentada. ¿Al margen de lo impactante de la imagen, de la espectacularización, en un contexto en el que los informativos compiten no solo con otras cadenas sino con otras plataformas, con las redes sociales, por la atención del usuario, qué buscan obtener con este sistema?

En el caso de la televisión no se puede distinguir la información del contenido. Si una buena información no va acompañada de una buena puesta en escena no llega al espectador, la atención a la televisión está en competencia constante. Por eso hemos dado ese salto tecnológico, porque somos conscientes de que la misma historia contada con buenas imágenes, con un buen gráfico, es más efectiva y más servicio público que si tiene poco cuidado. Por eso los cámaras son esenciales.

Esto da pie a incorporar gráficos, infografías, datos... ¿Puede ser útil como herramienta contra los fakes?

Es esencial. Se dicen muchas cosas pero tenemos que ir a ver quién lo dice y si es factible. Vivimos en una época en la que se hacen muchos anuncios y hay que contrastarlos. Sin abusar de los datos, ya que la avalancha es perjudicial para la comprensión, pero seleccionándolos bien, es esencial para prestar el servicio público.

¿Qué proyecto tienen para la radio?

Les Notícies del Matí empieza a las 7 y acaba a las 12. La primera parte de información pura y otra más de magazine. Es el buque insignia de la radio diaria, que hemos reforzado con deportes, que también es un servicio público. Hay todo tipo de transmisiones deportivas, estamos en torno al 60% de producción propia, superando el mandato. Tenemos el impedimento que tenemos que abordar de que la gente nos conozca más.

Parece que con la radio ha costado algo más que con la televisión.

Estamos potenciando la web para darnos a conocer también a través de la radio, colgando los programas y las entrevistas. Las redes sociales son un aliado estratégico.

Hablando de redes. Hace unas semanas, cubriendo una información sobre los problemas de convivencia en Orriols, una cámara captó cómo a una entrevistada le intentaban robar la bicicleta en directo. Ese vídeo corrió como la pólvora en redes. ¿Aprovecharán los contenidos susceptibles de viralizarse?

Antes nos pasaban cosas así y no reaccionábamos, ahora hemos aprendido a reaccionar. Lo que pasó no es una anécdota, evidencia un problema para esa mujer, para la gente que vive en el barrio y ha pasado ante nuestras narices. ¿Entonces, cómo no vamos a contarlo? No renunciamos a eso. Estamos compitiendo; no lo haremos en un terreno pantanoso, de barro o de clickbait, pero somos un medio de comunicación para los valencianos y no podemos estar solo a lo que suceda en las agendas y en las ruedas de prensa, tenemos que estar en la calle, en la vida, en lo que le importa a la gente. Estamos en competencia, no a toda costa, pero sí para buscar lo que interesa a la gente.

Hay quién considera que los medios públicos no tienen que competir por la audiencia.

Las mediciones de audiencia, que tienen sus defectos, reflejan el interés que la sociedad tiene en ti. Creo que como servicio público nuestra obligación es interesarle a la sociedad. ¿Si no, qué servicio público estás dando? Otra cosa es cómo, si quieres interesar con programas de higadillo, si tratando la violencia de género como si fueran sucesos o crímenes morbosos... Pues no. Pero tenemos que interesar a la gente, no podemos alejarnos de ellos. No podemos pensar que el periodismo está intelectualmente por encima de la ciudadanía a la que sirve, porque eso es un discurso elitista, que no presta un servicio público nada más que a una pequeña parte de la sociedad y nosotros lo prestamos para toda.

¿Hay un discurso clasista respecto a los medios? En la primera etapa de À Punt se criticó una televisión demasiado elitista y ahora la crítica es la contraria, a eso que se llama 'programas para abuelas'.

Hay que hacer programas para todos. Una tele que solo es para un tipo de personas no es un servicio público. Una buena parrilla debe tener servicio para todos; no para todos y cada uno, sino para una globalidad, para personas que compartimos un territorio, una lengua y una cultura.

Los informativos de mediodía se han consolidado en la audiencia y los de la noche también han encontrado su espacio. Sin embargo, las mañanas están en constante reorganización y parece que les cuesta más adaptarse.

Ese espacio, que era de televisión, es el que hemos reconvertido en radio. Las mañanas son una franja difícil y tenemos unos recursos limitados, así que hemos apostado por otras franjas. Las mañanas son el momento de la radio, cuando vas en coche, en transporte público... El momento de la televisión es otro, es a partir de las 12, que es cuando comenzará el nuevo A la Ventura a partir del día 13. Tengo bastante confianza, es un tono más de programa, un magazine más social.

¿Y el informativo comarcal?

Se absorbe en otros espacios. Los informativos tienen una cuota insalvable de temas locales y comarcales, con un mínimo de tres temas diarios.

Venía de elDiario.es, de destapar el caso máster -la falsificación del título académico de la expresidenta madrileña Cristina Cifuentes-. ¿Cómo se traslada ese periodismo de investigación a la televisión pública?

Todo el periodismo tiene que ser de investigación. Desde confirmar y contrastar y rascar qué hay tras una nota de prensa hasta grandes temas. Ahora mismo no tenemos capacidad de dedicar a un equipo de personas toda su jornada a investigar, la televisión cuesta mucho de hacer, en tiempo y en recursos. Lo que sí intentamos implantar es un periodismo de investigación que no tenga tantas pretensiones a largo plazo: intentamos sacar a diario temas propios, que pueden ser vinculados a un abuso en una localidad contra cualquier vecino, no necesariamente trascienden nuestra frontera. Lo reducimos a lo que podemos alcanzar. Hemos destapado cosas como la vacunación del exsecretario general de Comisiones Obreras, la red de chalets con fiestas clandestinas... Profundizamos en temas y queremos dar temas propios y exclusivas. Eso se ha reflejado ya en los informativos.

Ese entorno era prácticamente un campo de batalla con el gobierno autonómico y central. ¿Esas presiones y hostilidades cómo cambian de un medio privado que ejerce de contrapoder a uno público que también lo ejerce?

Presiones aquí no hay. Lo dice el consejo de informativos en su informe. Es un lujo poder hacer periodismo en libertad. Otra cosa es que el periodismo que haces hay veces que no gusta y hay gente que te lo hace saber, pero siempre a posteriori. Suele ser una opinión en redes, alguien dice algo... Pero nunca he recibido llamadas de si hay que dar o no dar eso. Tampoco las aceptaríamos. Estamos en otro momento: aquí hay un control financiero, no se puede meter a nadie a dedo y nadie llama para hacer la escaleta del informativo. Damos lo que tenemos que dar. En elDiario.es fue el caso Cifuentes y después el caso Montón y al final te ganas una reputación y una credibilidad, pero nadie te aprecia como si fueras suyo, cosa que me parece esencial para el periodismo. Cuando no gustas a nadie y todos se quejan, como es nuestro caso, creo que significa que vamos por buen camino.

En un territorio que ha sufrido privatizaciones y vivido bajo el mantra neoliberal, lo público genera desconfianza. Aquí además teníamos una televisión que había sido símbolo de corrupción. ¿Cómo se recupera esa confianza?

Tenemos esa sombra. Pero es evidente que esto es otra cosa. Si enciendes la televisión es evidente. No podemos endeudarnos, no puede trabajar nadie que no esté en la relación de puestos de trabajo. La confianza es algo que se ha de ganar, está en el imaginario colectivo y son ideas que solo se contrastan con la realidad. Ver un informativo nuestro disipa todas las dudas. La credibilidad cuesta mucho de conseguir y muy poco de perder, estamos en un proceso de recuperación de ese patrimonio de todos: el servicio público de radiotelevisión valenciana.

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