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La trashumancia, un camino incierto por la COVID-19 y pedregoso por los efectos de la urbanización turística

Trashumancia entre pueblos.

Emilio J. Salazar

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Si la trashumancia es desconocida entre el gran público, la trasterminancia lo es menos. Este tipo de pastoreo, que supone un trayecto más corto por una única provincia, sorprendió hace unos días a los vecinos de Murla, en la comarca de la Marina Alta. En mitad del confinamiento, los balcones pasaron a ser, por unos instantes, un lugar donde no solo aplaudir, sino también contemplar una práctica de tradición milenaria compuesta, en este caso, de 500 ejemplares de ganado (400 ovejas y el resto, cabras).

Una de las vecinas hizo un vídeo que en menos de 24 horas era viral. Con más de 20.000 reproducciones, se puede ver delante del ganado a Julio Vargas, ayudante de Patricio Valdivieso, el pastor, y cuyo restaurante se abastece del propio rebaño. Cierra la estampa Àgueda Vitòria, una valenciana dedicada a proyectos relacionados con la pesca y que, desde hace ocho años, también echa una mano a Patricio.

“Queremos que la gente tome conciencia de que, cuando ven a los animales por sus calles, tienen que pensar que si quieren conservar esa tradición deben consumir ese producto”, explica Vitòria en conversaciones con este medio. Divulgadora pesquera y ganadera, aboga por un cambio de mentalidad para que la población valenciana apueste por los productos de proximidad. “Con el confinamiento hemos visto cómo la agricultura ha apostado por la venta directa, por el reparto a domicilio, pero en la ganadería no ha funcionado”, se lamenta.

La COVID-19 también ha perjudicado a este sector. “La venta del cordero ha caído”, avanza Marity González, directora de proyectos de la asociación nacional Trashumancia y Naturaleza Pastos. “Su precio ha bajado a más de la mitad por la pandemia”, insiste. Como si se tratara de una tormenta perfecta, el coronavirus ha golpeado en un momento en el que no han podido vender a otros países para el ramadán y son conscientes de que, sin fiestas en los pueblos de España, el verano va a ser sinónimo de sequía.

De momento, la incertidumbre reina también porque desconocen si para las próximas semanas van a tener libertad de movimiento para pasar con el ganado entre comunidades autónomas con el estado de alarma todavía en vigor. “Le hemos preguntado al ministerio y estamos esperando la respuesta”, dice González.

Gonzalo Altava subirá a Teruel el próximo 16 de mayo, si todo va bien. “He pedido confirmación en Aragón para que no me pongan problemas”, explica desde Sant Rafael del Riu, localidad del límite valenciano con Catalunya. A sus 50 años, lleva desde los 15 dedicado a la trashumancia dos veces al año, una herencia de su padre.

Por su parte, Juanjo Muñoz lleva menos tiempo en esto. Vecino de Caudiel, Castellón, su labor consiste en cocinar para los ganaderos durante la caminata. De hecho, se introdujo hace una década en la trashumancia atraído por el senderismo. “Un año me empeñé en subir al Kilimanjaro, lo hice y al bajar dije ‘esto ya no lo hago nunca más, es inhumano’ y entonces fue cuando me metí en esto”, asegura.

Prejubilado de Bankia, “trabajé para el demonio”, apostilla entre risas, espera volver a salir con el ganado el próximo día 15. “Les voy a pedir que me pongan de transportista en lugar de cocinero o pastor auxiliar para que, en caso de que me dé el alto la policía, tenga una justificación a la hora de cruzar provincias” (va de Altura, Castellón, hasta Fortanete, entre Teruel y Morella).   

Turismo  

“El problema que tiene la Comunidad Valenciana es que la mayoría de las vías pecuarias están usurpadas por las construcciones derivadas del turismo y cuesta mucho pasar”, señala Marity González, de la asociación en defensa de la trashumancia.

Volvemos a la Marina Alta, comarca donde se grabó el video viral esta semana, un terreno en el que el sector primario “se ha visto enormemente afectado por el modelo turístico que tenemos”, explica Àgueda Vitòria. “Con estos vídeos queremos poner de manifiesto las dificultades que tenemos en transitar por los caminos de las veredas y las cañadas”, señala. “Los derechos ancestrales de uso están por encima de cualquier otro, pero se ha construido y sembrado encima de ellos con la connivencia muchas veces de los ayuntamientos”, añade.  

Como el resto de fuentes consultadas, Àgueda cree que con la crisis actual, “la gente está viendo muy clara la importancia estratégica que tiene el sector primario y lo importante que es el abastecimiento de productos que puedes producir cerca de casa”. ¿Hay que revertir el modelo turístico actual, motor económico de muchas comarcas valencianas? Le preguntamos. “Sin duda, el agricultor, la pesca, el ganadero… deberían vivir de su trabajo en un sector que forma parte de nuestra riqueza ambiental y patrimonial y que nos da de comer. Y eso es lo básico, lo más importante”.

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