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Un palmerero alcanza la alcaldía de Daya Vieja, el islote de Compromís en la Vega Baja

José Vicente Fernández, próximo alcalde de Daya Vieja

Emilio J. Salazar

Alicante —

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Su nombre es José Vicente Fernández, aunque en el pueblo es conocido como El Lavativa, apodo cuya explicación prefiere ahorrarse, que cada uno use su imaginación, dice. Aclara, al menos, que se trata de una herencia de su abuelo, con el que ha compartido hasta su muerte hace tres años un gusto casi obsesivo por los sombreros; “puedo salir a la calle en calzoncillos, pero no sin sombrero”, insiste.

Con esta prenda prometerá el cargo de alcalde de Daya Vieja el próximo 15 de junio en un pleno de investidura que le acompañará, entre otras autoridades, Joan Baldoví, el único diputado nacional de Compromís. Precisamente José Vicente Fernández deberá arrastrar estos cuatro años, muy a su pesar, esa etiqueta, la de la excepcionalidad, en una comarca como la Vega Baja donde la coalición valenciana sigue sin convencer a un electorado tradicional.

Y es que a diferencia de otros territorios de la provincia de Alicante en los que el partido de Mónica Oltra podría ostentar 13 alcaldías, en la zona sur de la Comunitat únicamente han logrado 7 regidores el pasado 26 de mayo, 4 más que en 2015, gracias a los 3 ediles fruto de la coalición con Los Verdes en Torrevieja y los 4 de Daya Vieja que le han otorgado la mayoría absoluta frente a los 3 de Ciudadanos, el hundimiento del PP que solo ha obtenido el 6% de los votos y la ausencia esta vez del PSOE.

Nos citamos con este antiguo activista de la PAH en la plaza del León de este tranquilo pueblo, de 780 habitantes, donde sobresale el mirador en forma de espiral que cubre los seis brazos de palmeras centenarias y cuyo acceso disponible a más de diez metros de altura sirve a su vez para divisar el horizonte de la huerta. “Soy palmerero desde hace 13 años y te aseguro que esta estructura no sujeta de ninguna manera a las palmeras en caso de temporal, que era para lo que se suponía que se había levantado”, asegura.

A su juicio, se trata de un “costoso esperpento más” (de unos 600.000 euros) del que ha sido alcalde 16 años seguidos, Rafael Vives, primero por el Partido Popular hasta fichar por las siglas de Cs poco antes de las elecciones pasadas. En esta misma plaza también destaca un novísimo Ayuntamiento en una localidad que cuenta con solo tres funcionarios “y que ya le gustaría tener a ciudades como Orihuela”, se queja Fernández.

Pese a pasar buena parte del día en las alturas de la copa de las palmeras, El Lavativa promete llevar a cabo “una política con los pies en la tierra”. “No puede ser que seamos uno de los municipios más endeudados de la provincia teniendo un presupuesto anual de 700.000 euros”, esgrime, por lo que piensa rescatar el plan de saneamiento que presentaron en 2018 avalado por el gobierno central y autonómica aunque el de Vives lo rechazó.

Franquismo

Sin embargo, su primera medida será “más simbólica”, acabar con los vestigios franquistas en una localidad donde las derechas, primero UCD, después Alianza Popular hasta reconvertirse en Partido Popular, han gobernado los 40 años de la democracia. Para ello reemplazará las calles de José Antonio (Primo de Rivera) y General Moscardó, ésta última aún presente en el callejero pese a que el alcalde saliente acometió el cambio por el de Infanta Leonor hasta la altura de su chalet donde la placa sigue recordando al que fuera jefe militar en Toledo de las fuerzas sublevadas de Franco.

En un municipio de tradiciones religiosas arraigadas, José Vicente Fernández, de 47 años, optará por reforzar las existentes. De ahí que ya esté preparando la procesión del Corpus Christi, que tendrá lugar pocos días después de su toma de posesión, al enterarse que su antecesor en el cargo “ha tratado de boicotearla” al no dejar preparada cuestiones como la banda de música o la pirotécnica que finalmente correrá a su cargo y por la mitad del precio que se venía pagando, asegura.

“Aquí con que solo haya un niño que quiera procesionar la hacemos porque aunque yo no soy religioso soy alcalde de todos”, se reafirma. “Respeto las tradiciones y las apoyas como debe hacer un representante público, pero también quiero fomentar nuevas”, añade. Una de las festividades que quiere introducir es la del día del orgullo LGTBI ya que hasta la fecha ni aquí ni en otras localidades grandes o pequeñas de la Vega Baja el colectivo cuenta con respaldo visible.

Inglés versus valencià

El paseo que mantemos con el futuro alcalde se ve interrumpido por los saludos de varias vecinas a las que tiene que responder en inglés dado que la mitad del censo de Daya Vieja procede de países como Inglaterra, Holanda o Bélgica. “Tengo un inglés básico con el que me defiendo y nos acabamos entendiendo”, se excusa.

¿Y el valenciano cómo lo lleva en una tierra en el que no parece tener cabida? “El valenciano lo llevo mejor”, afirma entre risas para después ponerse serio. “Me han criticado en campaña desde Ciudadanos por ser de Compromís, por si me han impuesto el valenciano, etcétera y no es verdad. Al contrario, soy castellanoparlante pero firme defensor de la lengua y cultura valenciana no porque ahora esté en este partido sino desde que me enamoré de la lengua a través de un profesor”, alega.

Pero a pesar del incremento poblacional propiciado por las personas extranjeras, Daya Vieja hace honor a su nombre al seguir padeciendo la misma problemática de la que adolecen tantos pueblos en lo que se conoce ahora como la España vaciada. Una de las soluciones que quiere acometer Fernández es el de reclamar al Consell que vuelva a apostar por la política de viviendas de protección oficial en un municipio que vio levantar sus últimas seis casas sociales hace 25 años, una de las cuales fue a parar a este palmerero donde vive con su mujer con la que ha tenido un hijo.

Desde su vivienda se despide el próximo alcalde de la localidad más pequeña de la Vega Baja, con su sombrero en la cabeza y desde el próximo 15 de junio con la vara de mando en la mano.

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