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“La democracia se acaba; nos la están robando ante nuestras narices y no nos enteramos”

Paco Sánchez

Sergi García

Dénia —

Es su primer libro y nos descubre otra faceta -la de ensayista-, de Francisco Sánchez, significado en la Marina Alta por su combate de la privatización sanitaria desde la 'Plataforma per al Defensa de la Sanitat Pública' que presidió durante años y por su actividad sindical desde el hospital de La Pedrera. Pero a Francisco, o Paco, como en realidad le conoce todo el mundo, le preocupan muchas más cosas de las que acontecen en nuestra sociedad. Licenciado en Geografía e Historia,  posee el Diploma de Estudios Avanzados en Filología Inglesa, y acaba de publicar La socialdemocracia ha muerto, ¿qué hacemos con el neoliberalismo?, donde reivindica la necesidad de agitar la sociedad civil, de movilizarse, para intentar cambiar las cosas en una sociedad que los poderes económicos mantienen bajo control.

Y nadie puede decir que no predique con el ejemplo. Además de todo lo dicho, Francisco Sánchez es delegado de Intersindical Salut, presidente de la Junta de Personal del Departamento de Salud de Dénia y coordinador de la sectorial de Educación y Cultura en Compromís per Dénia. Ah, y practicante de kundalini yoga.

¿Usted a quién quiere convencer?

El mensaje va dirigido a difetrentes colectivos. Desde la revolución conservadora de los años 70, la ideología liberal ha establecido una serie de estructuras, a nivel mundial, que hacen que los gobiernos nacionales no puedan cambiar la estructura básica de la sociedad por sí mismos. El sistema Euro, el Banco Mundial, el FMI, las agencias de rating,… gobierne quien gobierne, no puede cambiar las cosas sustancialmente. Pretendo explicar por qué.

Y dado que lo primero que deja claro en su libro es que “el objetivo es huir de los partidos emergentes”, ¿qué se puede hacer?

Un partido que aspira a gobernar no puede decir que quiere asaltar los cielos, porque o peca de ignorante, que sería un error imperdonable, o está engañando a la gente. Insisto: los gobiernos no pueden cambiar las cosas sustancialmente. La prueba es Syriza, en Grecia, un proyecto fantástico que tardó muchos años en alcanzar el poder y generó una esperanza increíble. Sin embargo, una vez llegó, convocó el referéndum sobre la aceptación de las condiciones de Europa, la gente dijo que no, y fue que sí. Para cambiar las cosas hay que luchar en dos frentes: el institucional, pero también el social.

Precisamente eso lo dice también Podemos…

Sí, pero después tiene que ser consciente de que no se puede cambiar la sociedad. Por otra parte, con el libro también pretendo convencer a quienes votan al PSOE sin saber a quién están votando.

¿Es usted de los que piensan que PP y PSOE son lo mismo?

No es idéntico. Prefiero un gobierno de izquierdas, aunque sea del PSOE, antes que conservador. Pero son diferencias de matiz, no diferencias básicas. Con la política del PSOE se ha ido detrayendo al Estado cada vez más. Mientras se dice que quiere más protección social, se deja al Estado sin recursos económicos.

La gente tiene que saber lo que ha hecho el PSOE los últimos 40 años. Que acabe como el PASOK en Grecia, o como en Francia o en Holanda, sería una desgracia, pero tiene que hacer una reflexión profunda y mirarse al ombligo.

¿Entonces el mensaje es para los votantes de Podemos y del PSOE?

No sólo. Hay otro colectivo grande, lo que yo llamo el partido de la abstención. También va dirigido a ellos. Es un partido muy heterogéneo. Abstenerse siempre es un error. Ya lo dijo Platón: el castigo por no querer participar en política es que acabas siendo gobernado por tus inferiores.

¿Eso va por Rajoy?

Por Rajoy, por Esperanza Aguirre, por Ignacio González…

El caso es que, por lo que dice, ¿gane quien gane, siempre gana la derecha?

Sí, gobierne quien gobierne. Grecia está aplicando el austericidio.

¿Quién ha matado a la socialdemocracia?

Los socialdemócratas, fundamentalmente. También los neoliberales.

¿Qué hacemos con el neoliberalismo?

En el primer capítulo del libro explico cómo han convertido la democracia en un show, en el que no permiten debatir sobre lo que realmente está pasando. Entre otras cosas, hay que mejorar el sistema electoral para que represente a todas las personas. Soy de los que creen que la democracia representantiva no es la mejor opción, pero sí la menos mala; sin embargo, no podemos caer en la autocomplacencia y pensar que quien gana puede hacer lo que le dé la gana. Acabamos siendo representados por unas élites que no tienen nada que ver con la gente común. Necesitamos una democracia más participativa. Bakunin dijo que cuando las clases obreras entraran en política, acabarían comportándose como burgueses, y no erró ni un milímetro.

Por otra parte, nos dan un sistema que se dice democracia que desactiva la posibilidad de revolución. Pero tiene el peligro de que produce no demócratas. Así una democracia no puede funcionar.

¿Cómo se producen no demócratas?

Desde distintos ámbitos. En la educación, por ejemplo, se enseña a ser buen trabajador, dócil, y buen consumidor. En el campo laboral, la protección social real está por debajo de la legal. A nivel social, el patriarcado sigue incidiendo en el sometimiento de las mujeres. Por eso es necesario que estemos ahí, porque la política es demasiado importante para dejársela a los políticos.

Así difícilmente se va a acabar con el neoliberalismo…

Es fundamental a quién le damos la varita mágica, la creación del dinero. Con el beneplácito de los partidos socialistas, se ha permitido que el dinero lo creen hoy los bancos comerciales. De todo el dinero circulante, sólo el 3% es papel y moneda; el 97% restante es dinero electrónico, que no lo crean los estados, sino bancos comerciales que hacen préstamos. Un estado que renuncia a crear dinero renuncia a hacer política social, ya que una parte ínfima de lo que cuesta acuñar moneda es el coste real de acuñarla; el resto es dinero que se queda el estado y sirve para hacer carreteras, colegios, hospitales… El libro propone instaurar el dinero soberano, que significaría recuperar la creación del cien por cien del dinero existente.

¿Qué quiere decir cuando afirma que el principal enemigo interno de la democracia somos nosotros mismos?

Hay una gran mayoría de la sociedad que no es demócrata, que no cree en el sistema. Por lo que decía antes: estamos fabricando no demócratas.

Dice en el libro lo siguiente: “Estoy convencido de que vale la pena luchar, siempre desde la no violencia, pero no necesariamente siempre desde la legalidad”. Explíquelo.

Tenemos que respetar la ley, pero la ley también tiene que respetar a la gente y los derechos democráticos. Me viene a la cabeza la llamada ley Mordaza; si una ley prohibe publicar tuits o hacer manifestaciones, me parece perfecto que se incumpla. Hoy en día, el Estado español está haciendo una presión muy fuerte contra la libertad de expresión, persiguiendo a adolescentes que envían tuits o whatsapps y dejando en la calle a los corruptos.

Pinta Usted un panorama muy negro…

La democracia se está acabando, nos la están robando ante nuestras narices y no nos estamos enterando. Se va a quedar en un nombre vacío, y todo con la excusa de la crisis, cuando estamos en la sociedad de la abundancia, donde hay de sobra para todos.

Le iba a preguntar si es optimista o pesimista, pero, visto lo que me acaba de decir, creo que no hace falta…

Si esperamos a que los políticos solventen la situación, podemos esperar sentados. Lo tenemos que arreglar nosotros. Si la gente no sale a la calle y la sociedad civil no se vertebra en movimientos, plataformas, sindicatos, partidos políticos con democracia interna… winter is coming.

Dos últimas preguntas que le he de hacer, siendo usted quien es. La primera: ¿Qué tiene que ver todo esto con la sanidad en la Marina Alta?

He vivido todo el proceso de la privatización, y esa es mi trinchera contra el neoliberalismo. Marina Salud es neoliberalismo puro y duro. Tengo conocimiento directo y eso me ha servido mucho para abrirme los ojos a todo lo que se nos viene encima.

Y la segunda: ¿Como sindicalista, cómo ve el papel que juegan los sindicatos?

Tenemos un modelo de sindicalismo de concertación, que es un tipo de sindicato que intenta llevarse bien con el poder. Lo único que tenemos es menos derechos laborales, más precarización, sueldos más bajos, falsos autónomos… Los sindicatos están para defender a los trabajadores y no para llevarse bien con el poder. Soy más partidario de un sindicalismo de confrontación; el de concertación siempre negocia a la baja. Dicho de otro modo, yo nunca firmaré nada que sea empeorar las condiciones.

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