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“Desde la cobertura de Gaza no lloraba tanto como con los refugiados en Macedonia”

Mikel Ayestaran en una de sus coberturas desde la zona de conflicto.

Natalia González de Uriarte

El corresponsal freelance Mikel Ayestaran ha cubierto conflictos en una larga lista de países como Líbano, Siria, Afganistán, Irak, Pakistán, Irán -su gran pasión-, Túnez, Libia, Egipto, Yemen o la India. Cuenta en su blog un espacio abierto para dar salida al gran caudal de material informativo que atesora- que hace una década aparcó su trabajo en una redacción para dedicarse a la cobertura de temas internacionales. Se estrenó con la invasión israelí de Líbano en 2006 y desde entonces no ha parado. “Me subí a una rueda de la que espero no bajarme en mucho tiempo”, revela pese al sufrimiento personal que en ocasiones le genera el ejercicio de la profesión.

De Macedonia, su último destino cuando fue realizada esta entrevista, ha vuelto llorando. Confiesa sin pudor en su conversación con eldiarionorte.es que entre toma y toma de la grabación secaba sus lágrimas. Solo las desgarradoras escenas que contempló en la última ofensiva de Israel en Gaza, le causaron tanto dolor como el que ha sentido al ver a los refugiados llegar a Macedonia con lo puesto, arrastrando a sus familias huyendo del horror y topándose con un alambre de espinas al entrar a Europa. Reclama una respuesta global y no meros parches para gestionar la masiva llegada de refugiados a Europa y reprocha a EEUU y la OTAN el lamentable recibimiento que ofrecen a las personas que huyen de una guerra alimentada en parte desde Occidente. Este martes 24 de noviembre recibe el Premio Periodistas vascos 2015 que otorga la Asociación Vasca de Periodistas y el Colegio Vasco de Periodistas

¿Cómo es la transición de esos destinos en que se viven enfrentamientos armados a su hogar?

Lo llevo haciendo ya casi diez años. Hago coberturas de una semana, diez días o un mes como mucho y luego regreso a la 'base de operaciones'. Al final aprendes a vivir así y el contemplar esos hechos te ayuda a relativizar y ver la vida desde otra perspectiva. Te hace valorar la suerte que tenemos.

¿Es necesario volver con frecuencia a casa, no alargar las coberturas en esos destinos durante muchos días seguidos?

Sí, porque si estás mucho tiempo de cobertura fuera tienes el riesgo de distanciarte de tus lectores, de tus oyentes y no empatizar con ellos. Lo que tenemos que hacer es intentar trasladar esas realidades tan lejanas en pequeñas dosis para que al menos los espectadores tengan conciencia de lo que pasa. Hacer el esfuerzo de ir y venir te ayuda como periodista a no perderte y tener presente siempre a quién te estas dirigiendo, a saber cuál es tu público.

Las imágenes de Macedonia con trenes atestados de personas cuyos rostros no reflejan más que desesperación han causado un fuerte impacto en la ciudadanía y una marea de muestras de indignación y vergüenza a través de las redes sociales. No imagino como será encontrarse cara a cara con esas escenas.

Desde la cobertura de Gaza el pasado año no se me han saltado tanto las lágrimas como al contemplar lo que he visto en Macedonia. Te toca, te toca, sin duda. Estamos acostumbrados a otras escenas de inmigrantes viniendo en pateras. Yo no tengo mucha conexión con África- profesionalmente hablando- pero sientes mucha pena, son imágenes también muy fuertes. Pero lo que está ocurriendo en los Balcanes ahora mismo tiene otro componente añadido para mi. La mayoría de ellos son sirios. Yo he trabajado en su país desde el año 2006. Son gente con la que he convivido, conozco sus costumbres, su forma de vida y me siento muy próximo a ellos. Esto hace que tenga más empatía hacia ellos.

¿Europa se enfrenta a la crisis más grave de refugiados desde la II Guerra Mundial?

Los datos apuntan a eso. Para Alemania en estos momentos es más grave que la crisis de Bosnia. Estamos hablando de más de 800.000 peticiones de asilo solamente en ese país. Es una barbaridad.

Se trata de una gestión muy complicada. Mientras se habla de distribuir los inmigrantes por cuotas en los diferentes países de Europa y otras medidas, las ONG insisten en la necesidad de aplicar medidas globales porque el resto son parches. se habla de distribuir los inmigrantes por cuotas

Claro. El problema es tratar la raíz y nos estamos yendo por las ramas. Por ejemplo, tenemos un conflicto de la magnitud del sirio y no se ve ningún esfuerzo e intención sincera por parte de la comunidad internacional para ponerle fin. En cinco años nadie ha sido capaz de anteponer los intereses de la población siria a los intereses de las propias agendas políticas. Y la consecuencia es esa huida masiva. En Siria no ocurre lo mismo que en Irak, que al menos los sunitas se pueden ir con los sunitas, los chiítas, con chiítas, los cristinaos con cristianos. Allí no, en Siria no. Está 'on fire' todo el país. La gente escapa del propio régimen, escapa de los grupos armados de la oposición, escapa del grupo yihadista del estado islámico...Hay que ir a la raíz del problema.

Pero muchos de esos conflictos armados que asolan esos países están alentados o al menos alimentados con la venta de armamento por EEUU, la OTAN, Arabia Saudí y sus aliados. España, sin ir más lejos, ha vendido a Arabia Saudí entre 2003 y 2014 armas por valor de 725 millones de euros y luego aquí nos echamos las manos a la cabeza al contemplar desde la lejanía los conflictos instalados en esos países. ¿Es Occidente en gran parte responsable de lo que ocurre más allá del Mediterráneo?

Por su puesto. Son responsables directos de lo que allí ocurre y responden con medidas como levantar muros o vallas para complicar la llegada de gente, que muchos de ellos ya tiene el estatuto del refugiado porque han estado viviendo en Jordania o los campos de Turquía. Es lamentable. Lo que deberían hacer los Gobiernos del llamado primer mundo es facilitar los cauces para que esa gente llegue de forma civilizada y no tener que venir como animales, jugándose la vida.

De hecho los refugiados se han quejado del trato dado por la Policía serbia y hasta aquí han llegado las imágenes de la brutalidad empleada por los agentes. ¿Usted ha sido testigo. No son escenas puntuales, es algo generalizado?

La Policía y el Ejército es Policía y Ejército en todo el mundo. Ellos cumplen órdenes. Imagina que a un pueblo pequeño de aquí en el que dispones de una comisaría con cuatro agentes y un enviado de ACNUR entraran al día 2.000 personas. Es humanamente imposible gestionar la llegada de esa marea de personas con esas escasas capacidades de maniobra que tiene países como Macedonia. No pueden, están desbordados. Ahora mismo los refugiados son víctimas de esa falta de personal. Pero el alcance de lo que ocurre ha provocado que la atención internacional se fije ahí. Así que afortunadamente van a llegar más recursos y medios para que esa Ruta de los Balcanes sea mejor. Pasó en Grecia con las isla de Kos. Al principio no la poníamos ni en el mapa, y desde que empezaron a llegar barcas y barcas y más barcas se ha hecho un despliegue por parte de diferentes organismos internacionales y Naciones Unidas. Al final se trata también de mostrarles a ellos y al mundo dónde están estos problemas para que acudan a socorrer a la gente.

En casos como estos se demuestra que la labor del periodismo es importante

Es la primera vez en diez años que me he sentido verdaderamente útil. Ha servido para algo mi trabajo. He tratado de trasladar,sobre todo a través de las redes sociales, alimentado varias veces al día el time-line de Twiter, lo que estaba presenciando en Macedonia. Cuando yo llegué allí, el día 20 de agosto, no había nadie, estaba solo. La gente reclamaba cámaras, que se encendieran los focos y se enseñará lo que allí está pasando. Algunos sentían vergüenza de que se les viera en esa situación límite, otros lo pedían con la esperanza de que si se difundían esas escenas, llegaría la ayuda. Durante la semana pasada sí han ido acercando muchos medios que, afortunadamente, continúan allí ahora.

Quizás sea esa la máxima satisfacción de un periodista, que el civil víctima de un conflicto agradezca tu trabajo y tu presencia en la zona, ¿no?

Sinceramente, yo estoy harto de estar en sitios como Gaza contando historias como otros mil compañeros mientras la gente te pregunta, ¿esto va a servir para algo?. Y les tienes que contestar que no. Que para nada. Intentar sensibilizar o mostrar lo que pasa en Gaza no ha tenido la más mínima consecuencia a nivel práctico. El bloqueo por parte de Israel se mantiene, las condiciones de vida siguen siendo una auténtica mierda. Te sientes bastante frustrado. Pero en el caso de la crisis migratoria de los Balcanes si he sentido esa satisfacción personal de ver que mi trabajo ha servido de altavoz. También he constatado como en esta cobertura se han roto muchas barreras entre los medios de comunicación, se ha dejado a un lado la competitividad entre diferentes profesionales y medios para priorizar la difusión, que es de lo que se trata, para conseguir que alguien ayude a esta gente y no que tal o cual periódico venda más ejemplares.

Las peticiones de asilo están desbordado Alemania. La gente que huye ¿qué grado de conocimiento tiene de la situación de cada estado miembro de Europa? ¿cómo eligen su destino?

Yo me quedaba alucinado porque todos los que me cruzaba no se cansaban de repetir Alemania, Alemania, vamos a Alemania. No se oía España o Italia. Las referencias que manejan son las de gente de sus pueblos, de sus ciudades, que ya están viviendo en el norte de Europa y les cuentan cómo les va allí. En cualquier caso el choque cultural es brutal. Se percibe según llegan. Recuerdo como en Serbia, delante del primer campo de acogida, había una serie de pubs y discotecas. Veías a los chavales serbios mirándoles a los refugiados, que no han visto un bar en su vida y menos unas discoteca, procedentes de zonas muy rurales y a simple vista el choque cultural era evidente. Alemania va a ter un trabajo por delante muy grande. Pero con los trucos lo hizo muy bien y con los sirios tendrán suerte porque es un pueblo muy trabajador y educado. A corto plazo va a ser un gran problema pero a medio plazo no va a ser tan traumático. Además está gente volverá a su país. Tienen unas raíces tan fuertes que en cuanto puedan volver a Siria no lo dudarán.

Usted confía en que la acogida de refugiados no será tan traumática a largo plazo pero los ataques de grupos neonazis hacia estas personas no cesan

Eso es inevitable e irá a más. Cuanto más musulmán y más árabe llegue, más ataques habrá. Este fenómeno migratorio va a ser directamente proporcional al crecimiento de los grupos más xenófobos. Lo vamos a ver en elecciones, se les empezará a echar la culpa de todo. Lo hemos visto es España también.

Otra consecuencia del sistema es el surgimiento y crecimiento de esas redes de tráfico de personas que ponen en riesgo la vida de los emigrantes en demasiadas ocasiones. ¿Combatirlas es misión imposible?

Las mafias están ya dentro del propio sistema. En el momento en el que se levanta un muro, surge la mafia. Son imprescindibles para que esta gente cruce ahora mismo, por ejemplo, de Turquía a Grecia. Pagan entre 1.000 y 2.000 dólares por persona para hacer este trayecto y después el siguiente encuentro que tienen con estas mafias es en la frontera entre Serbia y Hungría. Desde allí los van distribuyendo y pasando de diferentes formas. Es inevitable. Mientras no se regule la llegada de esta gente como refugiados que son, ellos van a recurrir a todos los medios a su alcance, legales o ilegales para alcanzar su objetivo: escapar. Y las mafias no vas a desaprovechar la oportunidad.

En la conferencia sobre Gaza que dedica dentro de las jornadas Periodismo a pie de calle va a insistir en la precaria situación que viven los habitantes de la franja tras cumplirse un año desde la última ofensiva israelí. Usted afirma que ya no hay bombas pero la guerra sigue presente de alguna manera con el bloqueo por parte de Israel. Con esos porcentajes de paro que ronda el 40% y un 60%de la población viviendo bajo el umbral de la pobreza, ¿vislumbra alguna salida a ese conflicto que parece no tener fin?

Lo que intento con la conferencia es poner cara a todas estas cifras, que normalmente muestra Naciones Unidas- que son tan buenos haciendo estadísticas, por cierto-. Yo he tenido la fortuna como profesional y la desgracia como persona de cubrir estas últimas ofensivas de Israel. La última fue durísima. Fue brutal. No recuerdo una cobertura bélica tan dura. Y lo que trato es compartir con la gente lo que yo he vivido allí. Intento que durante una hora se sientan ellos en Gaza. Les muestro las dimensiones que tiene la franja haciendo paralelismos con las capitales donde viven, como Vitoria, para que se hagan una idea de lo pequeño que es aquello y del volumen de mala leche que hay concentrado en tan poco espacio. Repaso las últimas guerras. Como Hamás canta victoria, Israel lo mismo y mientras la población civil está hasta las mismísimas narices de Israel, de Hamás, de las autoridad palestina...la gente quiere vivir y respirar. Están hartos pero no tienen salida, están presos. Pero estamos en un momento político muy interesante. Un año después de la guerra, israelíes e islamistas reconocen que están en un alto el fuego técnico. Han llegado a la conclusión, después de darse cabezazos durante todo este largo tiempo, de que se tienen que entender o les conviene un alto el fuego duradero. O eso parece y están en ello. Para esta conferencia en Vitoria he conseguido el testimonio- que aún no se ha emitido ni en la tele- de un oficial del Ejército admitiendo públicamente esa existencia del alto el fuego. Es algo muy extraño, inédito, que te lo confirme de una forma tan rotunda. Para mí es una buenísima noticia aunque el alto el fuego no significa que haya paz. Pero sí permite sacar un poco la cabeza a la gente y es increíble la facilidad que tienen para reconstruir sus vidas después de haber sufrido lo que han sufrido. Tienen la capacidad de levantarse y seguir andando. Otro chip.

Al cumplirse un año de la fecha del ataque en Gaza de la escuela de la ONU, le ha dedicado en su cuenta de Twitter un recordatorio a esta masacre. ¿Le marcó especialmente?

Cómo no. Las escuelas de la ONU se convirtieron en refugio para miles de personas. En cada habitación vivían familias. Cuando llegas y ves cómo han reventado a una familia entera, las paredes teñidas de sangre, restos de cuerpos desmembrados de niños recogidos por otra gente malherida, ves en el hospital cercano cómo llegan los padres destrozados, qué faltan ambulancias ...es indescriptible. Yo me venía abajo, no podía más.

¿Lo más duro es ver las terribles consecuencias que sufren los niños?

Sin duda, sobre todo si tienes hijos. A mí me ha cambiado del todo. Soy muy niñero y ver las cifras de muertes infantiles que hay en Gaza no tiene nombre. Es absolutamente indefendible, no tiene justificación. Israel insiste en que Hamás los utiliza de escudos humanos. Pero yo la verdad no lo vi así. De cualquier forma, es absolutamente injustificable que los niños tengan que pagar el precio de esta guerra como lo están pagando . Y nadie hace nada para que se pare.

Entre aquellas personas que han sobrevivido a ese conflicto, ¿se ve algo de esperanza en su mirada?

Los que sobreviven son bombas de odio. La gente está dispuesta a todo. Las nuevas generaciones son generaciones nacidas bajo el bloqueo, que no han visto un israelí cara a cara en su vida porque desde que se fueron en el año 2005 han vivido detrás de un muro. Solo les ven por la televisión. Y a los israelíes les pasa lo mismo. Hablan de Hamás pero no han visto a su enemigo cara a cara más que cuando detienen a alguien y lo interrogan. Esperanza hemos de pensar que siempre la hay pero el odio que se ha sembrado en tan poco tiempo va a costar mucho superarlo. Por otra parte, así como nosotros somos de la creencia de que si te dan en una mejilla, pones la otra, por esa moral cristina que en el fondo tenemos interiorizada, allí no. Allí funciona el ojo por ojo. Pero hay que resaltar que la diferencia de fuerzas es muy desproporcionada. Referirse al conflicto como lineal, tradicional entre dos frentes, como lo trata de vender la propaganda israelí, o la de Hamas -como si fuera un ejército-, es tratar de confundir. Si recurrimos a un símil futbolístico, estamos comparando al Real Madrid con el Beasain (equipo de una pequeña localidad guipuzcoana). No tiene color, es una lucha entre David y Goliat.

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