100 años de comunismo con nombre y apellidos
“Yo soy el pasado”. Rafael Martínez Ruiz (Córdoba, 1914) dice
esta frase no con añoranza ni pena, sino como una descripción objetiva de los
cien años de vida que acaba de cumplir. Un siglo entero que le convierte en el
militante más longevo en el Partido Comunista en Andalucía, que ahora le
homenajea por su trabajo y su dedicación.
Rafael conserva una mente lúcida y la memoria de todo lo que
ha vivido, testigo de la historia de España, de la República, de la Dictadura y
de la construcción de la Democracia. Desde que en 1931 se incorporara a la
Juventud Comunista de Écija (Sevilla) donde por aquel entonces trabajaba en la
construcción de carreteras, su vida ha ido en paralelo al devenir del comunismo
en nuestro país.
Por eso, tras la República y la Guerra Civil, buena parte de sus años los
vivió exiliado en Francia, algo que no le impidió “jugarse el tipo” muchas
veces cruzando la frontera hacia España de manera clandestina para hacer llegar
propaganda comunista hasta quienes permanecían a este lado de los Pirineos.
En el país vecino,
mientras tanto, también seguía su lucha colaborando en la organización sindical
de la Central General de Trabajadores de Francia (CGTF).
Y a su regreso a España,
en la etapa que se abrió con el fin de
la dictadura franquista, Rafael volvió del exilio y se incorporó a la tarea que
nunca había dejado de hacer, pero ahora ya formando parte del PCA. “Yo siempre
he trabajado para el partido, que no es lo mismo que trabajar para aprovecharse
del partido“, indica con picardía quien no ocupó nunca altos cargos en la dirección del
partido pero que desempeñó “importantes y delicadas responsabilidades”, como le
reconocen ahora desde el PCA.
Desde su partido, en un homenaje en vida –en estos días que
tanto se asocia el homenaje a la muerte- cargos y militancia se unen para
intentar devolverle a Rafael lo que él ha dado al PC. Y en ese
agradecimiento en el que se unen varias generaciones, los jóvenes toman la palabra ante quien
les sirve de ejemplo para seguir su senda.
Rafael agradece los elogios. “Estoy muy agradecido”, señala pero,
consciente plenamente de la realidad actual, repite: “Yo soy el pasado. No el
presente. El porvenir no está en el pasado. Está en el presente y en lo
venidero. Y ahí hay muchos jóvenes que tienen que coger las riendas“, dice,
ante la situación actual de crisis y políticas de recortes de los derechos
sociales que a su juicio vive el país.
“¿Cuál es el camino de la libertad? El de las antípodas al mío”
“¿Cuál es el camino de la libertad? El de las antípodas al mío”
Una situación, sin embargo, ante la que
se declara “optimista”.
“Hablo con la gente y
me parece que empiezo a ver una lucecita de esperanza que hacía mucho tiempo
que había desaparecido“, apunta sobre la lucha social, los movimientos de la
gente del pueblo que reivindican sus derechos. Y lo dice quien durante toda su
vida ha visto cómo esos derechos le eran denegados para luego conseguir que se
reconocieran y, ahora, ver nuevamente pasos atrás.
“Hay que coger las
riendas. De mí pueden coger un buen pensamiento, un buen ejemplo, pero es la
juventud la que tiene que empezar a moverse“, advierte. ”Y lo están haciendo,
porque les falta el trabajo y les están haciendo la vida imposible“. Esa es la ”lucecita“
a la que Rafael se refiere, la que ve moverse delante de sus ojos centenarios: “Hay
que acabar con la explotación que tenemos y cortarle las alas a quienes les están
robando el futuro. Hay que estar en la brecha para caminar hacia adelante“,
señala este luchador vital a quien parece no pesarle su siglo de vida ni física
y mentalmente.
Un vídeo con su propio relato sobre su vida y el testimonio
de quienes han compartido con él vida y tarea
sirve de regalo para este comunista sonriente, emocionado en su homenaje y
agradecido por el cariño de tanta gente. A ellos, a su vez, él les regala un consejo irónico que
resume el sufrimiento y la batalla librada durante toda su vida: “¿Cuál es el
camino de la libertad? Yo les diría que el camino en las antípodas al mío. No seas
bueno y, sobre todo, no pidas libertad“.