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Javier Manterola, el diseñador de icónicos puentes en Madrid y creador de la efímera doble pasarela sobre la M-30

El ingeniero Javier Manterola en la doble pasarela sobre el río Manzanares, inaugurada en 2003 y desmantelada en 2005.

Guillermo Hormigo

Madrid —

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Una ciudad no solo está marcada por los nombres que pueblan sus calles o sus plazas. Hay otras figuras, anónimas en algunos casos y más mediáticas en otros, que han sido claves para el diseño urbano con su su pensamiento, su creatividad o sus propias manos. El pasado 12 de mayo murió en Tres Cantos el ingeniero de caminos Javier Manterola (Pamplona, 1936), una de esas personalidades que ha dejado huella en el paisaje y la configuración de Madrid, entre otros muchos lugares.

Su obra es un viaje por cimas de la ingeniería en toda la geografía española: el Puente de la Constitución de 1812 o de La Pepa que da acceso a la Cádiz insular desde el municipio de Puerto Real, el Euskalduna sobre la ría de Bilbao o la Pasarela del Voluntariado que une las dos orillas del Ebro en Zaragonza. A lo largo de su carrera diseñó, remodeló o restauró en torno a 230 puentes y viaductos. 

En la capital, el desaparecido scaléxtric de Cuatro Caminos, el Puente de Marqués de Zafra (que enlaza La Elipa y Ventas con el parque de la Quinta de la Fuente del Berro) o su participación en el equipo que diseñó el de Ventas son algunos de sus trabajos más célebres. Pero especialmente fascinante, en parte por su carácter efímero, es la doble pasarela que Manterola ideó para salvar el tráfico y unir las orillas del Manzanares. Fue inaugurada en 2003 y estaba situada en Arganzuela: en el cruce de la calle Virgen de Puerto con la transversal Ruy González Clavijo en la margen izquierda, y a la altura de la calle Daimiel en la derecha.

El soterramiento de la M-30 derivó en su despiece apenas dos años después, en 2005, pese a que supuso una inversión pública superior a los 5 millones de euros. La estructura todavía permanece desmontada en los almacenes municipales y se ha llegado a especular con su reubicación en entornos como el del Wanda Metropolitano, una iniciativa recordada con la muerte de Manterola: “No estaría mal recuperar el proyecto”, apuntaba en X la cuenta @MadridProyecta.

El ingeniero de caminos Jorge Bernabéu es profesor en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), una institución en la que Manterola consiguió la cátedra ya en 1976 y se convirtió en un pilar de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Considera “espectacular” la doble pasarela sobre el río madrileño: “Dos tramos curvos que se tocaban en el centro con un único pilón y en la que se cogían los cables solo en uno de los laterales. Tenía una concepción espacial alucinante y con una magnitud impresionante de 146 metros de luz [la distancia en proyección horizontal, entre los dos apoyos o bases]”.

Bernabéu desgrana las claves de uno de sus grandes referentes en conversación con Somos Madrid: “Ha sido maestro de todos y ha tenido una influencia capital en la formación de cualquier ingeniero, en particular los estructurales”. Una persona que “abrió caminos”, dice, literal y figuradamente. No en vano, en 2001 le fue concedido el Premio Nacional de Ingeniería Civil.

A partir de los ochenta y los noventa, Manterola indaga en caminos que no son canónicos, con aproximaciones diferentes. Una búsqueda formal que se fundamente en una propuesta resistente bastante sofisticada, aunque esa sofisticación se plasma en formas relativamente sencillas

Jorge Bernabéu Ingeniero civil y profesor en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la UPM

“Exploró los límites de lo posible”, opina Berbabéu. Cita como muestra de ello el puente Ingeniero Carlos Fernández Casado, que cruza el embalse de Barrios de Luna en la provincia de León. Inaugurado en 1983, durante varios años fue el puente atirantado (una tecnología todavía en exploración) más largo del mundo a nivel de luz: nada menos que 440 metros. Más tarde superó su propio récord, ya que su puente en Cádiz alcanza los 540 metros de luz y 3.092 metros de longitud.

“A partir de los ochenta y los noventa, Manterola subvierte los tipos estructurales. Indaga en caminos que no son canónicos, con aproximaciones diferentes. Una búsqueda formal que se fundamente en una propuesta resistente bastante sofisticada, aunque esa sofisticación analítica o estructural se plasma en formas relativamente sencillas y sintetizadas”, expone Bernabéu.

Manterola desarrolló la práctica totalidad de su carrera profesional en Carlos Fernández Casado S.L., un estudio de proyectos que retoma la labor y mantiene el espíritu creativo de este otro tótem de la ingeniería, junto al hijo de Fernández Casado, Leonardo Fernández Troyano. Normalmente trabajaban de forma independiente con sus propios equipos, pero “con una relación personal y de amistad muy profunda”.

Crear, pero también rehabilitar y complementar

“Javier Manterola siempre ha aprovechado los trazados como una oportunidad más que como algo incómodo”, señala Bernabéu. De hecho, en su dilatada trayectoria no siempre ha creado de la nada, y en diversas ocasiones dedicó su genio a la reconfiguración de estructuras. Participó en las tareas de restauración del Puente Nuevo de Murcia, que había sido cerrado al tráfico, para convertirlo en vía peatonal.

En Madrid, su impronta se dejó ver también en estructuras que acompañan y asisten a otras anteriores. Un ejemplo es el Nuevo Puente de los Franceses, en el distrito de Moncloa-Aravaca, abierto en 1998 para el tráfico de vehículos y muy próximo al histórico enlace ferroviario. Bernabéu muestra su fascinación por alguna soluciones de esta obra: “Tiene planta curva y un trazado que se abre en V. Eso eso le dio un motivo para resolver con una sección triangular esa bifurcación. Para dar soporte a la bifurcación, hace un trípode invertido y cada una de las patas recoge los tres ramales de la intersección”. Es decir, una misma base sirve de pilar a las bifurcaciones, toda una muestra de eficacia que resulta además estéticamente placentera.

Recuerda que Manterola trabajaba mucho con la cabeza y con su imaginación, pero también dibujando permanentemente en un cuaderno lápiz en mano. “Disfrutaba mucho y transmitía absoluta pasión por lo que hacía. También por todos los puentes en general, ya que se conocía muy bien la historia de las construcciones y su valor patrimonial”.

Como curiosidad, y más allá de los puentes, Manterola se encargó de los cálculos estructurales de la icónica y amenazada ballena de la Puerta del Sol. Una inconfundible puerta de entrada al Metro y el Cercanías diseñada por el arquitecto Antonio Fernández Alba en la reforma que sufrió la plaza en 2009. El proyecto de rehabilitación actual incluye su desmantelamiento, pero a diferencia de la doble pasarela sobre la M-30 esta particular infraestructura todavía persiste en su sitio, quizá un último e involuntario homenaje a este ingeniero de lo imposible.

  • Para profundizar en la figura de este ingeniero, Jorge Bernabéu recomienda el libro Javier Manterola Armisén. Pensamiento y obra (Fundación Esteyco, 2004), de Miguel Aguiló, Mario Onzain, Javier Rui-Wamba y el propio Manterola. La obra está disponible para su descarga gratuita en este enlace.
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