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“Vamos con miedo a trabajar. Los menores están amotinados”

La última trabajadora agredida -en la imagen con un un dedo roto- en la sede de CCOO en Vitoria.

Natalia González de Uriarte

A Susana Sagasti en los dos últimos meses le han agredido dos veces por tratar de ejercer su trabajo. Le han roto las dos rodillas- hace seis semanas- y esta última le han fracturado la falange de un dedo. Los autores de la agresión han sido chavales con los que trabaja a diario en el centro de acogida de menores extranjeros no acompañados Bideberria de Vitoria. Ha alzado la voz para denunciar una situación insostenible para los trabajadores pero acto seguido ha salido en defensa de sus agresores. “Estos chavales merecen una oportunidad y no se la estamos dando”, confiesa con la voz entrecortada. Tras ese hostigamiento lo extraño es que no haya renunciado a su puesto pero su férrea vocación le empuja a continuar.  “Es mi trabajo”, afirma esta educadora y autora de una investigación sobre Mena- Menores inmigrantes no acompañados-. “No soy una inexperta en la materia. Llevo 20 años trabajando en la infancia y una década en atención directa pero es muy difícil lidiar con estos chicos con tan poco personal y tan joven. Han entrado compañeros nuevos que tiene poco más de 20 años, que desconocen las normas del centro y que contribuyen a crear un ambiente casi de 'colegueo'. Hay un descontrol absoluto, es un caos y los chavales están casi amotinados. Es un campo de batalla”, remarca Sagasti.

Ante “la situación insostenible” que viven a diario los trabajadores del centro piden auxilio. Describen un ambiente de trabajo de tensión continua y miedo provocado, siempre según su relato, por la escasez de personal que atiende a los 22 chavales acogidos, a los que se sumarán dos más en pocos días.  En menos de un año han perdido a 17 compañeros cuyo cometido era precisamente  intermediar en situaciones difíciles y contener a los menores ante posibles incidentes. 

Amenazas diarias

Las agresiones verbales y amenazas son diarias y las físicas se han multiplicado en las últimas semanas debido a la falta de control por el insuficiente personal que custodia a los chavales. “Vamos con miedo a trabajar. Sufrimos un maltrato continuo por parte de los menores. Pero no culpamos a los chavales de esta situación. Ellos son víctimas también de la situación y están desprotegidos. Les falta apoyo y una figura que les eduque. Y ante el descontrol se crecen. Los responsables de los que pasa son la Diputación y la empresa”, aseguran los afectados.

Han explicado que son varias las veces que han puesto en conocimiento de la institución foral esta situación y aseguran que han vetados sus mails. “Nos los devuelven como no deseados. ”Se agarran a que cumplimos los ratios de atención pero no es verdad. La plantilla es insuficiente. El 33% está de baja por problemas de ansiedad y estrés. No hay día que una educadora no acabe llorando en el centro. Estamos desesperados“, relata Francisco Javier Zurbano.

Tienen las esperanzas puestas en el Gobierno entrante. “El PP se ha desentendido de este asunto. A ver si el nuevo Gobierno se pone en ello y lo soluciona”, Marcial Moreta secretario general de CCOO en Álava.

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