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El coronavirus desde los márgenes: vendedores ambulantes se organizan para llevar comida a las familias

Recogida solidaria de alimentos de los vecinos de La Coma, uno de los más pobres de Valencia.

Laura Martínez

Valencia —

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“Hay gente que ha perdido todo su trabajo porque su trabajo está en la calle”. La familia de Aurora vive en el barrio valenciano de La Coma (Paterna), uno de los más pobres de la Comunitat Valenciana, y se dedica a la venta ambulante en mercadillos. Desde que se decretó la cuarentena, no han podido salir a la calle. Su familia (padres, tíos, primos) se organizaban para guardar una parte del dinero semanal para comer, ya que los ingresos de la venta ambulante son escasos. De la noche a la mañana, familias como la suya se han quedado sin sustento alguno. Viven al día y están encerrados.

La familia de Emilo está en la misma situación. Su principal fuente de ingresos es la venta ambulante y la chatarrería. Ambas actividades, prohibidas desde el 14 de marzo. Ese mismo sábado, la Delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana prohibió la venta no sedentaria; en otras palabras, los mercadillos.

Los vendedores no sedentarios pagan cuota de autónomo (unos 120 euros por pertenecer a cooperativa), alquiler del puesto y un seguro anual. En total, cerca de 200 euros al mes sólo por desarrollar su actividad. Hay días que ganan 40 euros, otros 60 y otros nada. Lo que se gana semanalmente se guarda “para el empleo”, como llama Aurora a la compra y reposición de productos que se agotan. “Un día puedes vender y otro no vender nada, por eso, mínimo el empleo tiene que estar garantizado. Si gastan ahora todo el dinero del empleo [en compras de comida] luego cuando puedan volver a la vida normal no tendrán como sustentarse”, señala Aurora.

Ante la crisis sobrevenida, Emilio y su familia se ha organizado para exigir al Ayuntamiento de Paterna una ayuda de emergencia para las familias que están en riesgo. Algunos no pueden ni hacer una compra, explica a eldiario.es este vendedor. “Ahora no podemos hacer nada; no podemos ir a vender y la chatarrería está cerrada”, expresa, a la vez que comenta con frustración que la respuesta del Ayuntamiento tardaría de uno a seis meses.

Junto a varios vecinos de la organización Kali Yai y la Iglesia Evangelista del barrio han comenzado a realizar recogidas de comida y de donaciones para hacer la compra para 10 familias. Prevén que en los próximos días más de 40 necesiten ayuda, entre madres solteras o mujeres solas, que apenas tienen una pensión. “De aquí a una semana, a ver qué familia aguanta con la pensión”, lamenta. 

Por el momento, en colaboración con ambas asociaciones han recogido pollo, huevos, galletas, leche, arroz y un kit básico de higiene para estas primeras 10 familias del barrio que corren el riesgo de quedarse sin nada en los próximos días.

Per l'Horta pide autorizar los mercados de productores

El colectivo Per L'Horta, que aúna a productores y activistas por la huerta valenciana, emitió un comunicado el pasado fin de semana alertando del perjuicio económico que supone la prohibición de los mercados de productores o de venta directa para los pequeños agricultores. El colectivo critica que se permita abrir a un supermercado y no a los mercados en abierto y pide que se les autorice a realizar esta labor con las correspondientes medidas de seguridad, ya que se considera un agravio del pequeño productor respecto a las grandes cadenas.

La Dirección General de Comercio de la Generalitat Valenciana emitió esta semana una nota en la que pedía coordinación a las autoridades para no establecer medidas discriminatorias. “Cerrar los mercados municipales o los mercados no sedentarios

y, a la vez, permitir el apertura de las tiendas físicas, es discriminatorio y, además no tiene sentido, si los productos que venden los diferentes establecimientos es equivalente. Toda diferencia de trato debe ser justificada“, señala.

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