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Unir el alma de Miguel Hernández con la de Ovidi Montllor

Naiara Davó

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2020 no es un año cualquiera. Este arranque de década ha empezado con un hito histórico: la conformación de un gobierno en España que incorpora por primera vez un actor que no pertenece al bipartidismo. La entrada de Unidas Podemos en el gobierno del Estado abre nuevas ventanas de oportunidad, estirando los límites de lo posible en la política española.

El miércoles, en la pregunta al President Ximo Puig, quise exponer los nuevos desafíos que tenemos como País Valenciano en el nuevo ciclo abierto tanto en la política estatal como en lo que llevamos construyendo desde hace cinco años en la Comunidad Valenciana. Y tenemos una tarea titánica por delante: recoser el País Valenciano para volver a tener una comunidad unida. Una Comunidad unida bajo un mismo proyecto político.

Los 20 años de demoliciones populares no han sido únicamente 20 años de destrozos de la institucionalidad valenciana, también han sido 20 años que han dañado profundamente la imagen y la cohesión del pueblo valenciano. Un pueblo dañado en su autoestima y un pueblo al que se le levantaron numerosos muros internos. Muros internos que han separado y fagocitado la posibilidad de construir un futuro compartido bajo un proyecto en común.

Estos muros tuvieron dos expresiones materiales: por un lado, los peajes más caros de España que levantaron un muro por carretera entre Alicante y Valencia. Por otro lado, el muro ferroviario: sin tren de la costa que una Denia con Gandía las dos provincias siguen estando desconectadas. De la misma manera que necesitamos un tren interior capaz de unir Alcoi con Valencia.

En este inicio de 2020 hemos logrado tumbar uno de los muros, el de la carretera, devolviendo las autopistas a la ciudadanía. La AP7 ya es gratis para la mayoría de valencianos exceptuando las comarcas de más al sur de Alicante. Pero, como le exponía al President el pasado miércoles, todavía falta por tumbar el muro ferroviario.

Vertebrar territorialmente el País Valenciano pasa por vertebrarlo a nivel de infraestructuras. Lo estamos consiguiendo, pero todavía queda mucho camino por delante. Vertebrar es levantar puentes allí donde había muros. Muros que muchas veces han sido materiales pero que también trabajan en el terreno de lo identitario y cultural.

En el País Valenciano, hay dos comunidades que muchas veces han vivido de espaldas una de la otra. Esto queda muy simbolizado en el terreno de la cultura. Muchísimos valencianoparlantes han leído, estudiado y disfrutado con Ovidi Montllor. Sin embargo, nunca han reconocido a Miguel Herández, el poeta del pueblo que nació en Orihuela, como un poeta propio. Del mismo modo, existe una enorme cultura valenciana en torno a autores y escritores que se han expresado en castellano pero que no reconocen como propio a Ovidi Montllor.

Vertebrar no solo se reduce a infraestructuras y dimensión cultural. Vertebrar también es cohesionar económica y socialmente a la geografía valenciana. No condenar la costa a ser los camareros de España ni al interior a ser un campo abandonado para los buitres del mercado. Descentralizar la producción e invertir en diversas zonas para lograr segmentación y especialización en distintas áreas económicas es un punto crucial para lograr el dinamismo económico pendiente.

El País Valenciano es un territorio muy complejo, atravesado por multitud de diferencias y que todavía se está levantando tras 20 años de retrasos y desgobierno popular. Cuando se gobernaba en contra de la gente y únicamente a favor de los promotores inmobiliarios, se dejaba de lado la planificación y vertebración de nuestro territorio.

En 2015, el Botànic rompió el reinado de la corrupción popular, poniendo la Comunidad en pie. Logramos revertir la pendiente deslizante hacia la irrelevancia y la desvertebración absoluta de nuestra tierra. Ahora, con la entrada de Unides Podem en el Botànic 2.0 será el momento de poner al País Valenciano en marcha. Para ello, contaremos con una alianza privilegiada con el gobierno de Madrid.

En España, hemos tenido numerosos gobiernos antivalencianos, que impusieron la humillación financiera para nuestra Comunidad. Ahora, sin embargo, tenemos un gobierno con el que generar una cooperación virtuosa para lograr reconducir los agravios que hemos sufrido y poder reconstruir nuestra Generalitat bajo un nuevo horizonte federalizante que se concretará a lo largo de los próximos años.

Un nuevo horizonte federalizante que va mucho más allá de las propuestas de carácter simbólico de trasladar algunas sedes de Madrid a Valencia. Los gestos descentralizadores deben ser el punto final del proceso de descentralización, no su etapa inicial. De esta forma, se presentarán como la culminación de un proceso exitoso y no el recurso táctico de un proceso fallido.

En este nuevo horizonte tenemos que trabajar, por ejemplo, para lograr la gestión directa de los trenes de cercanías, como ya ocurre en otras comunidades. Una gestión directa que refuerce nuestro autogobierno pero sobre todo la eficiencia y la mejora de las condiciones de nuestros cercanías, que arrastran numerosos déficits.

Un nuevo horizonte federalizante que también se expresa en un sistema de financiación justo y en una nueva manera de ejercer un autogobierno completo. Un autogobierno al servicio de la gente que cohesione a nuestro pueblo gracias a la recuperación de derechos y la mejora de la economía. Pero también un vector federalizante para trabajar por la España moderna y unida del futuro.

Durante muchos años, el PP intentó instalar un imaginario folclórico-regional en relación a la Comunidad Valenciana. Aprovechando el flanco abierto por las divisiones en las disputas sobre las raíces, esencias y origen del País Valenciano. En esta década y en este siglo tenemos que ser capaces de cerrar esa vieja etapa de conflictos y divisiones. Proponer en positivo un nuevo imaginario identitario-político de unidad gracias a un proyecto de futuro, una vocación de construir una voluntad de ser en común en lugar de revisar constantemente lo que fuimos.

Tenemos muchos retos por delante, pero con la convicción de construir en positivo el País Valenciano del siglo XXI, en afirmar en positivo nuestra voluntad de ser juntos, tendremos gran parte del camino empedrado. En esta legislatura avanzaremos en la vertebración territorial completa, caminando hacia ese nuevo horizonte de modernidad, derechos e igualdad. Habrá País Valenciano para todas y todos.

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