Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Sánchez intenta recuperar el control cercado por los casos de acoso y corrupción
González Amador, alias Alberto Burnet: el ciudadano menos particular de Madrid
OPINIÓN | '¿Qué hacer para evitar la llegada ultra al poder?', por Antonio Maestre

Los 10 días que tumbaron a Mazón: la intrahistoria de su dimisión tras un año aferrado al poder

Carlos Mazón (c), durante el funeral de Estado por las 237 víctimas de la dana celebrado este 29 de octubre de 2025.

Carlos Navarro Castelló / Sergi Pitarch

València —
3 de noviembre de 2025 22:00 h

33

El 20 de julio de 2011 dimitía el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, tras su imputación en la trama Gürtel y meses de desgaste político y personal por las sonrojantes grabaciones sobre su relación de más que amistad con Álvaro Pérez, El Bigotes. Camps no quería dimitir y se encerró en su casa con sus más allegados para reflexionar y ver las opciones que tenía para seguir. En aquella época era presidente del PP Mariano Rajoy Brey y, para convencer a Paco de que la mejor opción para no entorpecer la llegada del PP a la Moncloa —que se produciría meses después—, lo mejor era que diera un paso atrás.

Para persuadirlo, Rajoy mandó a València a Federico Trillo-Figueroa, muy vinculado a los populares valencianos, amigo de Camps y miembro de la dirección nacional. Se reunieron en el domicilio particular del presidente, y a la pareja se incorporó Juan Cotino, también amigo y confesor del jefe del Consell. Después de horas de conversaciones, llantos y rezos, Paco asumió el destino fatal y al día siguiente presentó su dimisión.

La decisión final de Carlos Mazón de abandonar la presidencia de la Generalitat tiene unos mimbres muy similares, porque ya se sabe: la historia no se repite, pero rima. El ya expresidente de la Generalitat tampoco quería dimitir —no pronunció la palabra en su alocución de salida— y se tomó un periodo de reflexión con sus más allegados para tomar la decisión días antes del anuncio.

Para acompañarlo, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, como Rajoy, también mandó una emisaria de la dirección nacional para ayudar a convencer al jefe del Consell. En este caso fue Macarena Montesinos, secretaria general del PP en el Congreso, amiga de Mazón y uno de sus principales apoyos en la dirección nacional en los momentos políticos más delicados del político alicantino, que carga sobre sus espaldas con que durante su mandato murieron 229 valencianos a diez kilómetros de su despacho. En lugar de hacerlo en su casa, Mazón eligió la Casa de las Brujas, un palacete del siglo XIX que acoge la sede del Gobierno valenciano en Alicante.

El momento más trascendental y duro se produjo el domingo. Deliberando junto a Mazón en la Casa de las Brujas estaban Macarena Montesinos; su amigo, compañero de piso y jefe de gabinete, José Manuel Cuenca; su también amigo y secretario autonómico de Relaciones Institucionales, Santiago Lumbreras; y varias personas más de la extrema confianza del presidente pertenecientes al clan de Alicante. Mazón y Feijóo hablaron en varias ocasiones y no se pusieron de acuerdo en cómo, y con quién, plantear la sucesión.

En la dirección nacional ya no se fiaban del PP valenciano, sobre todo después del cónclave del viernes 31 de octubre en Benidorm, donde los tres presidentes provinciales y el secretario general del PP valenciano, Juan Francisco Pérez Llorca, quisieron marcar el paso a Feijóo lanzando a Vicente Mompó como futuro líder. El órdago fue solo eso, y cabreó más si cabe al presidente del PP, que había sentenciado a Mazón el miércoles 29 de octubre, tras ver con sus propios ojos cómo las víctimas de la DANA abucheaban al presidente ante el rey y las cámaras de medio mundo.

El jueves 30, Mazón ya sabía que tenía que dimitir. Las revelaciones de elDiario.es y otros medios seis días antes del aniversario acorralaron al presidente y a la periodista Maribel Vilaplana, lo que les llevó a cometer errores en la configuración del relato y enfureció aún más a las asociaciones de víctimas. Con estos mimbres y con una debilidad extrema —pese a su buena relación con Vox—, Mazón decidió definitivamente que el lunes tiraría la toalla, aunque sin dejar entrever los siguientes pasos.

Esta vez no hubo rezos, pero Macarena Montesinos y la familia del presidente acabaron por convencerlo de que debía dimitir. Por su salud y porque todos tienen que remar ahora para que Feijóo sea presidente del Gobierno. Como en 2011, en 2025 un líder de la oposición en España convencía a un presidente de la Generalitat tóxico de que se apartara para dejarle paso a la Moncloa.

Entre los fieles a Mazón que estuvieron en la Casa de las Brujas, hubo quien lo presionó para que siguiera. “No te puede pasar como a Rita Barberá”, le espetaron, en referencia a la exalcaldesa de València, que dejó el PP pero no su acta de senadora, salpicada por un caso de corrupción. Mazón, que era consciente de que tenía pocas salidas, quiso vender cara la dimisión y tutelar su sucesión. Así, desde el viernes hasta el lunes por la mañana, el presidente valenciano y su equipo se dedicaron a amenazar a Feijóo con la convocatoria de elecciones, una de las pocas armas que el jefe del Consell tenía para negociar.

Mazón durmió en Alicante el domingo, pero se desplazó muy pronto a València con la decisión tomada, aunque sin avisar a nadie de cómo la ejecutaría. Reunió a su Consell —que se había informado de la reflexión del presidente por la prensa— y a sus colaboradores en el Palau. Pasadas las nueve hizo su anuncio, pero no dijo en qué momento iba a presentar el escrito de renuncia que activaría los plazos legales para su sucesión. La sugerencia de una posible baja sin hacer oficial su dimisión encendió todas las alarmas y se tomó en Génova como el último desplante a la dirección nacional, o la última bala para tutelar la sucesión.

Feijóo, a las doce, confirmó la dimisión y, tras unas presiones brutales sobre el presidente durante cinco horas, Carlos Mazón presentó el escrito que ponía fin a su presidencia de la Generalitat. Esta vez sí, pesó la familia y cumplió con lo que había dicho: “Ya no puedo más”.

Los hitos que tumbaron al presidente

Lon últimos 10 días han sido de auténtica caída libre para el presidente del Gobierno valenciano, ahora en funciones, Carlos Mazón. El jefe del Consell llegó a las semanas previas al aniversario de la dana con el ruido habitual en torno a su gestión, pero tratando de trasladar una imagen de cierta estabilidad en el seno de la Generalitat, con los presupuestos autonómicos en fase de elaboración y con una remodelación del Ejecutivo anunciada para este cinco de noviembre. Entonces, nadie se planteaba un escenario de dimisión a corto plazo.

Sin embargo, a medida que se fue acercando el 29 de octubre, fecha en la que se cumplió un año de la trágica riada que se cobró 229 vidas, los acontecimientos se precipitaron. Para empezar, el 23 de octubre la jueza que investiga la gestión de la dana citó para el 3 de noviembre a declarar en calidad de testigo a Maribel Vilaplana. Además, la publicación del documental ¿Dónde estaba Mazón? de elDiario.es que revela que el jefe del Consell llegó al Palau de la Generalitat a las 20 horas, unido a otras informaciones como que acompañó a Maribel Vilaplana, la periodista con la que comió en El Ventorro, al parking en el que tenía aparcado su coche, y a las críticas de las familias de las víctimas en el funeral de Estado, han sido los principales detonantes de su dimisión.

La cronología concreta con las claves que han terminado con la dimisión del presidente valenciano arranca el pasado viernes 24 de octubre a las 17.25 horas, cuando esta redacción publica el mencionado documento audiovisual que aporta dos importantes novedades. En primer lugar, un policía experto en servicios de escolta y con conocimiento del dispositivo con el que cuenta Mazón asegura que pudo pasar por su casa tras la comida en El Ventorro, y que de allí se fue al Palau de la Generalitat. Por otra parte, otro testigo asegura que el jefe del Consell llegó al Palau de la Generalitat entre las 19.45 y las 20.00 horas. Desde Presidencia negaron estos extremos y mantuvieron que de la comida se fue directo al Palau, sin especificar el minutado. Unos minutos más tarde, El País publicó una información en la misma línea, apuntando también que Mazón apareció poco antes de las 20.00 horas por el Palau.

Ambas publicaciones generaron un importante revuelo. Al día siguiente, tuvo lugar un acto tan emotivo como multitudinario en el Teatro Olympia organizado por L’Associació Victimes DANA 29 d’octubre, uno de los colectivos mayoritarios de víctimas de la riada. La sociedad valenciana arropó a los familiares llenando el patio de butacas en recuerdo y homenaje de los fallecidos. Por la tarde tuvo lugar una de las manifestaciones más multitudinarias tras la riada. Más de 50.000 personas pidieron la dimisión de Mazón por las calles de València y exigieron que al presidente que se abstuviera de asistir al funeral de Estado.

Con los ánimos a flor de piel, el mismo sábado 25 de octubre por la noche Levante EMV avanzó que tras la comida en El Ventorro, Mazón acompañó a Vilaplana al aparcamiento de la Glorieta, ubicado junto al Parterre, donde la periodista tenía su coche estacionado, una situación confirmada tanto por su entorno y como por Presidencia. Esta noticia desmentía una vez más la versión oficial sostenida por el propio presidente en diversas entrevistas recientes en las que insistía en que de El Ventorro se fue directo al Palau.

El lunes 27 de octubre una nueva exclusiva de este diario añadió más leña al fuego. Un segundo testigo presencial reconfirmó que Mazón llegó poco antes de las 20 horas al Palau de la Generalitat, pero además añadió el detalle de que lo hizo ya cambiado de ropa. Es decir, con suéter, sin chaqueta y sin corbata, tal y como llegó al Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi), según se aprecia en la imagen remitida desde Presidencia a la jueza.

Un día después, la jornada previa al aniversario de la riada y al funeral de Estado, los familiares de las víctimas insistieron en pedir a Mazón que no asistiera a la celebración: “Él no ejerció las funciones de presidente de la Generalitat en 2024, que decline de ese protocolo. Nadie quiere esa foto con él”, dijeron. Sin embargo, Mazón confirmó su asistencia como máximo representante institucional de la Comunitat Valenciana y encendió aún más los ánimos.

El 29 por la mañana centenares de manifestantes hicieron una marcha de protesta desde El Ventorro hasta el Palau de la Generalitat. Por la tarde, en el funeral de Estado se produjo sin duda el hecho más relevante que marcó el punto inflexión definitivo para el futuro de Mazón. Las víctimas recibieron al presidente valenciano con gritos desgarradores que se repitieron una vez finalizó la ceremonia: “Mazón dimisión”, “rata”, “cobarde” o “asesino” fueron algunos de ellos, ante un Carlos Mazón con la cara desencajada, aislado por completo y en presencia de su líder nacional, Alberto Núñez Feijóo.

Al día siguiente, tras lo sucedido, Mazón anunció “una reflexión”, al tiempo que Feijóo guardaba silencio. Ese mismo día, la exconsellera Salomé Pradas entró en escena también puntualizando que mantuvo a Mazón informado de lo que se iba decidiendo en el Cecopi en las diferentes conversaciones que mantuvieron por teléfono. De nuevo, el relato del presidente quedaba así en entredicho lo que suponía una presión añadida.

El viernes 31 de octubre Mazón ya tenía tomada la decisión de su dimisión, entre otras cosas, por motivos de salud personal y empezó a orquestarse una operación para tutelar su relevo con el objetivo de mantener el control del partido sin intromisiones externas. Así, por la noche tuvo lugar la reunión en Benidorm con los tres líderes provinciales. Allí se acordó proponer al síndic de los populares en las Corts, Juanfran Pérez Llorca, también presente en la reunión, como relevo provisional de Mazón y al presidente de la Diputación de Valencia, Vicent Mompó, como candidato en unas eventuales elecciones autonómicas. Pero cuando trascendió este conclave, se desató la guerra en el seno del PP valenciano y a su vez con la dirección nacional, que apostaba por la alcaldesa de València, María José Catalá como alternativa.

Tras un fin de semana intenso de reuniones y conversaciones entre los populares valencianos y Génova, finalmente se acordó la dimisión de Mazón sin anunciar su sustituto o sustituta, puesto que finalmente el nombre definitivo (Pérez Llorca es el que más suena) deberá ser acordado con Vox. Mazón intentó un último pulso en la mañana de este lunes anunciando una posible baja laboral, pero finalmente le forzaron a que presentara formalmente la renuncia antes de las 15.00 horas. Este lunes han sido cuatro horas de desconcierto unido a un auténtico vía crucis de 10 días.

Etiquetas
stats