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El 'Brexitday' menos amargo de los residentes británicos en España: “La vida seguirá más o menos igual el día después”

Residentes británicos en un pub de San Fulgencio horas antes de la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Emilio J. Salazar

Alicante —

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Ni una mesa libre. Unas 40 personas, todas de nacionalidad británica, apuran sus cervezas al calor de los últimos rayos de sol que apuntan hacia esta terraza al aire libre de un pub de San Fulgencio (Alicante). Quedan pocas horas para que cambie el día, el mes y la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea y en The Corner Post parece una jornada más, sin rastro de aquello que los periodistas llamamos síntomas de un día histórico.

Porque quizás para parte de los 365.967 británicos residentes en España, la inevitable luz al final de un camino que comenzó con la derrota de los partidarios de seguir en Europa, en el verano de 2016, no traerá consigo los temibles efectos que en un principio se vaticinaban.

“La vida seguirá igual el día después, vamos a seguir teniendo nuestras pensiones con su incremento correspondiente, acceso al sistema de salud y creo que en general todo va a seguir más o menos igual”. El que habla es Darren Parmenter, británico, residente en España desde hace más de tres décadas y concejal socialista en esta pequeña localidad de la comarca de la Vega Baja, característica por acoger a un 75% de extranjeros, de los que casi el 60%, es decir, casi 3.000, son procedentes del antiguo imperio.

Si bien Parmenter reconoce sentirse “triste” en estos momentos -no pudo votar en contra del Brexit como hubiese deseado por superar los 15 años máximos que permitía el Reino Unido a sus emigrantes- también asevera que se encuentra “aliviado” por poder pasar página. En su caso, además, añade como regidor de Relaciones Internacionales que, en contra de lo ha aparecido publicado en otro medio de comunicación, San Fulgencio no ha perdido población extranjera por la salida de los británicos.

“En 2013 y 2014 tuvimos que limpiar y actualizar, como otros municipios, nuestro padrón y registramos una pérdida del 25% de la población, pero en los últimos tres años nuestro padrón ha subido de 7.300 personas a 7.875”, afirma. “Así que personalmente puedo decir que no conozco ninguna persona británica que haya vuelto a su país solo por el miedo a los efectos del Brexit”, sentencia.

Llíber, al norte de Alicante, es otro municipio que, como San Fulgencio, Rojales o Daya Vieja, concentra el mayor porcentaje de empadronados extranjeros de España, en su mayoría británicos. Su concejala popular de Residentes Europeos y Sanidad, Suzanne Mcallister, confirma que en los últimos meses los expatriados británicos sí han puesto al día sus residencias y empadronamientos. En las pasadas elecciones municipales de mayo, esta localidad tenía registradas 1.100 personas, de las que 509 eran británicos; ahora son 548, y subiendo.

“Mis compatriotas están más o menos tranquilos, han visto que casi nada va a cambiar porque tienen garantizada la sanidad y la residencia”, asegura. “Pero yo no soy tan optimista”, añade. “Esto no ha terminado, ahora continúan las negociaciones y nadie sabe cómo va a acabar, porque la incertidumbre continua”, asevera. Alude, por ejemplo, a que el incremento de las pensiones “solo está garantizado por el gobierno británico hasta 2023”.

Y es que tanto el gobierno central como el autonómico de Ximo Puig y el provincial de Carlos Mazón, se han volcado en tratar de garantizar la mayoría de servicios para la población británica afincada, con el objetivo de que “vendan las bondades de nuestra tierra a sus compatriotas” para atraer más turismo inglés.

Tristeza y alegría

Volvemos al pub de San Fulgencio donde el Brexit es solo un tema de conversación más entre una clientela que en su mayoría sobrepasa los 65 años. En esta serie de mesas se da una pequeña representación del resultado del referéndum. Por un lado, encontramos a Jerry, residente, y su amiga Sue, turista, ambas eran partidarias del Brexit “porque estaba saliendo del país mucho dinero por culpa de la inmigración”, dice la primera.

Le replica Sharon. “Sabes que los inmigrantes que van al Reino Unido, polacos o españoles por ejemplo, van a trabajar muy duro”, le espeta. “Yo soy partidaria de fronteras abiertas y de seguir en la Comunidad”, añade en alusión a la Unión Europea.

“Pero seguir en Europa significaba perder nuestra soberanía”, le responde Peter, marido de Jerry. “Yo no entiendo cómo los españoles preferís que tenga más poder el gobierno de Europa que el vuestro”.

El debate improvisado continúa un rato mientras desfilan las cervezas y el sol se apaga. Mañana será otro día más. 

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