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“Cuando vimos que la mitad de las PCR en Benigànim eran positivas entendimos que nos venía un problemón”

El equipo sanitario del centro de salud de Benigànim.

Toni Cuquerella

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Benigànim está cerrando la primera de sus dos semanas de confinamiento debido al incremento descontrolado de los casos de COVID-19 entre sus vecinos. Durante estos días la localidad ha visto cómo sus calles y lugares de encuentro se vaciaban, todo ello bajo la vigilancia de medio centenar de agentes destinados al control junto con un helicóptero de la policía que sobrevuela sus bajos tejados. Pero los cuerpos y fuerzas de seguridad no son los únicos que vigilan a los beniganenses, los profesionales de su centro de atención primaria también se ocupan estos días, pero de su salud, y todavía les quedará más.

Médicos, médicas, enfermeros y enfermeras durante estos días han estado haciendo una media de 80 pruebas PCR al día. Pese a que la Conselleria de Sanidad Universal y Salud Pública haya apuntado que el brote se había descontrolado y por ello se debía tomar la medida de cerrar las puertas de la localidad, no por ello quiere decir que se deje de rastrear. Ha sido como una bomba de relojería que les ha estallado en las manos, pero tras estallar todavía viene más trabajo.

Uno de los médicos de cabecera que trabajan en el centro de salud, Paco Valls -reconocido como el de Mejor Trayectoria de Médico Rural 2016 por el colegio de Médicos-, explica que todo se aceleró en poco tiempo. A mediados de agosto el primer paciente con síntomas acudió al centro y tras realizarle la PCR dio positivo, se puso en marcha todo el protocolo y se rastrearon sus contactos. Fueron 24 contagiados más, esto desembocó en la planificación de un test masivo para casi 200 personas.

Era el fin de semana del 22 y 23 de agosto, y el test se fijó para el 24, día festivo en la localidad, por unas fiestas patronales que no se celebraban. El equipo médico estaba en cuadro. “Nos avisaron de conselleria de que nos cogiéramos vacaciones pronto porque esperaban la nueva ola hacia septiembre u octubre, y pese a las vacaciones y fiestas los profesionales, de guardia o no, acudieron inmediatamente a colaborar”, recuerda Valls. El lugar fue el pabellón polideportivo, por tener unas dependencias suficientemente amplias, y en un día se hicieron los 196 pruebas, pero faltaban los resultados.

En esta ocasión hubo problemas y no pudieron estar en las 24-48 horas habituales, se tardó 5 días en tener los resultados. Cuando empezaron a llegar, el nivel de contagios inicialmente era bajo, pero empezó a subir paulatinamente. “Cuando vimos que la mitad de las PCR eran positivas entendimos que nos venía un problemón”. Se llegaba entonces al centenar de contagiados. Los números parecían desbordarse, porque las primeras pruebas daban un resultado de 15 personas que rastrear por cada contagio, lo que suponía un crecimiento exponencial. “Pero después vimos que muchos de ellos se repetían y el índice bajó considerablemente”. A partir de ese momento no tuvieron duda de que el aislamiento de Benigànim era inevitable y que venían los peores días.

Vecinos de Benigànim esperan a las puertas del pabellón polideportivo municipal para realizarse pruebas PCR. EFE/Raquel Segura

“Consecuencia del desmadre”

Paco Valls cuenta que tras acabar el estado de alarma vio como la gente se relajó de inmediato, que se acumulaban en las terrazas y las mascarillas apenas se utilizaban correctamente, y por ello reconoce que esto es “consecuencia del desmadre”. Pero del mismo modo afirma que “no fue solo en Benigànim, ha sido en todos los lugares, pero aquí se ha cruzado alguien contagiado y ha introducido el virus en la comunidad, y ella misma lo ha multiplicado”.

Por su experiencia entiende que “sea por el factor que sea, ahora parece que el virus tiene menos virulencia, y a la población a la que está afectando es más joven, entre 13 y 50 años, y la gran mayoría son asintomáticos o sintomáticos leves, pero el mayor nivel de rastreo influye en frenar la gravedad”. No obstante, pese al “desmadre”, Valls asegura que “la gente le ha visto las orejas al lobo y se ha encerrado en casa, así se ha frenado la transmisión comunitaria”.

Ante la actitud ciudadana del inicio de la desescalada el médico explica que él y un compañero suyo del mismo centro hicieron circular mensajes de voz suyos para advertir del peligro que se estaba corriendo. “Circularon bien estos whatsapp, nos lo decían por la calle. Por ello, con la nueva situación hicimos lo mismo pero para dar información y para tranquilizar, y lo hicimos a través de la cuenta oficial del Ayuntamiento, estamos haciendo uno por semana”.

El doctor Valls se ha felicitado del trabajo del equipo médico del centro de salud, “la gente se ha entregado, ha estado ahí en todo momento, sin tener en cuenta ni vacaciones ni fiestas, ha habido mucho voluntarismo”, y subraya especialmente el papel de los profesionales de la atención primaria para evitar los atascos de los hospitales. Sobre los refuerzos dice que cuando estalló la pandemia les enviaron a dos jóvenes pre-MIR “que han sido un chollo”, asegura que “se han curtido a gran velocidad y nos han salvado la papeleta contando con las vacaciones de verano”, incluso llega a bromear diciéndoles que “han aprendido más estos meses de lo que lo harán en el MIR”.

Con todo Paco Valls recuerda que desde el inicio de la pandemia en la localidad solo ha muerto una persona “que se contagió en València y murió en València, pero nos lo cuentan aquí porque era vecina de Benigànim. Ahora, pese a todo, hay una persona hospitalizada y otra en la UCI”, destaca sin ánimo de propiciar que se baje la guardia, pero desinflando la burbuja alarmista.

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