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Cuarentena a la intemperie: la crisis del coronavirus para los que no tienen casa en la que confinarse

Emilia Nácher sale cada día a repartir comida para las personas que todavía no tienen una alternativa habitacional pese al estado de alarma.

Laura Julián

Valencia —

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Emilia Nácher es enfermera y, desde hace dos años, sale cada martes y jueves junto con más voluntarios de la asociación Ananda Maitreya a repartir comida para personas en situación de calle en València. Rutina que, pese al estado de emergencia sanitaria provocada por el COVID-19, continúa realizando con tal de atender a decenas de personas que todavía permanecen sin una casa en la que poder confinarse.

“Normalmente somos ocho o nueve entidades para dar de cenar a unas 300 personas sin techo en València, pero por motivos obvios del coronavirus, tienen miedo y no están saliendo y ahora solo nos hemos quedado dos asociaciones”, explica minutos antes de las 20.00 horas del miércoles, momento de ir a repartir bocatas.

Hace más de una semana, cuando empezó el confinamiento, decidió salir todas las noches junto con Amigos de la Calle para paliar la falta de voluntarias. Según denuncia, cada noche que ha salido, se ha encontrado con decenas de personas que continúan en la calle sin ningún tipo de asistencia ni protección de mascarillas o guantes para no contagiarse y sin poder confinarse en una casa. “Están en la calle hacinados y estamos muy preocupados. Si no hay que salir de casa, ¿por qué hay personas durmiendo en la calle?”, se pregunta esta enfermera valenciana.

En un vídeo compartido en redes sociales y grabado por ella, se muestran testimonios en primera persona de casos extremadamente vulnerables que, a día de hoy, continúan en las calles de València.

Entre los relatos está el de Sara, una mujer embarazada de tres meses, con problemas del corazón y con asma, que asegura haber solicitado ayuda la mañana del miércoles en el Centro de Atención al Inmigrante (CAI) y en el Centro Municipal de Atención a Personas sin Techo (CAST). En ninguno de los dos centros pudieron darle una solución y tampoco una alternativa habitacional ni más información al respecto, por lo que la noche de ayer también durmió en la calle.

Según Nácher, la asociación cuenta con el permiso de Servicios Sociales del Ayuntamiento de València para realizar esta labor de voluntariado en calle y, “teóricamente”, tienen que trabajar en coordinación. “Nos dijeron que la gente sin techo tenía que ir al CAST, a las 8.00 de la mañana, para que les dieran sitio para dormir, pero esta mañana han ido y les han dicho que no hay sitio”, afirma.

Además, añade que “ahora mismo” hay una treintena de personas en el Jardín de las Hespérides, cerca del Jardín Botánico, y otro grupo en el viejo cauce del río Turia, lugares en los que habitualmente hay grupos grandes de personas en situación de calle. “Yo soy enfermera, tengo ganas de trabajar, pero no puedo abandonar a unos para trabajar con otros, igual de personas son unas que otras”, explica.

Entre los casos que visibiliza el vídeo grabado frente al CAI -en el que se ven tiendas de campaña-, está el de José Antonio, enfermo crónico con minusvalía. O los casos de dos jóvenes marroquíes que también acudieron al CAI y les dijeron que no quedaban plazas (una respuesta habitual) y tampoco les ofrecieron una alternativa. Y el testimonio de Aurelio, en situación de calle desde hace 16 años y también con minusvalía.

De momento, como cada noche, los voluntarios seguirán repartiendo comida para las personas sin hogar, siendo testigos de su desamparo y solicitando urgentemente que todas las personas sin techo tengan una habitación en la que poder refugiarse.

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